Annie.
H
oy me toco venir a la editorial por lo que me encuentro sentada en mi escritorio corrigiendo una novela exótica de diecinueve años que tiene más escenas de sexo que trama, y las escenas de sexo ni siquiera son buenas.
Tampoco es que este prestado mucha atención, la verdad es que han pasado cuatro días desde que hablé con Dain y no puedo evitar sentirme triste por la manera en la que acabaron las cosas entre nosotros.
No se que era lo que esperaba de esta situación, pero definitivamente no era esto. No puedo evitar soltar un gran suspiro tratando de ahuyentar cualquier pensamiento que tenga que ver con él.
No debo albergar esperanzas referentes a él, dejo clara su postura y no puedo pretender cambiarlo o esperar que asuma algo para lo que no esta preparado. No estamos en un libro de romance donde al final él se decide a dejar todo por mi y somos felices para siempre.
Quiero gritar de frustración, de impotencia pero sobretodo quisiera poder evitar sentir esta presión en le pecho que me a tenido estos días con altas ganas de llorar a todas horas.
Tal vez me guste mucho leer novelas románticas, tal vez tengo expectativas muy altas sobre lo referente al amor.
La realidad es que el tema con mi familia afecto mucho la forma de ver las cosas, pese a ser una romántica empedernida tengo mucho miedo de confiar y terminar traicionada. Siento que en algún momento el karma, destino o lo que sea me va a cobrar todo el daño que le hice a mi hermana con mi silencio, tal vez si hubiera hablado con ella desde que lo descubrí las cosas hubieran sido diferentes.
También me da mucho miedo el abandono, querer y confiar en una persona para que un día de la nada me abandone sin mirar atrás me aterra. Mi madre no solo se divorcio de un nuestro padre si no también de nosotros y eso es algo cuando decido huir con el marido de Destiny.
Sacudo la cabeza alejando esos pensamientos que solo me hacen daño, que solo sirven para sumirme en un estado de autodesprecio.
Me remuevo en la silla de mi pequeño cubículo, incrédula de la manera en la que se dieron las cosas… Me obligo a prestar atención a la pantalla del ordenador y seguir leyendo la novela.
“Sus labios desciende por mi mejilla dejando un rastro se baba cuando hace su recorrido de regreso hasta llegar a mi ojo donde succiona con fuerza haciéndome apretar las piernas. ¡Dios! Esto es tan delicioso.”
—Es enserio ¿succionar el ojo?— murmuró con incredulidad, me retiro un momento mis lentes de montura, sabiendo que no hay nada rescatable en esta novela —. Eso ni siquiera es excitante.
No puedo evitar soltar una risita, por la simple y sencilla razón de que este considerando el hecho de que chupar un ojo sea — o no — excitante. Hace una semana me dieron este manuscrito y me he esforzado por rescatar algo pero de verdad cada escena es un poco más turbia e incoherente que la anterior.
Estoy por cerrar el documento, cuando escucho pasos venir en mi dirección, lo que provoca que vuelva a colocarme los lentes una vez mas para poder enfocar mejor a la persona que se acerca.
Me encuentro de frente con Chantal una rubia — artificial — que no ha sido del todo agradable conmigo desde que llegue hacer mis practicas aquí. Ella está a principios de sus treinta y cree que por ser más grande puede menospreciar mi trabajo o el de cualquiera que según ella no esté a la altura.
—El señor Jones quiere verte en su oficina —suelta con desdén en un gesto de condescendencia.
Le sonrió, si algo he aprendido con el pasar de el tiempo, es que mientras más una persona te ataque tu debes ser amable eso les jode más que rebajarte a su nivel.
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Casi Algo
Teen FictionEl amor suele ser aterrador e impredecible. Muchas veces tratamos desesperadamente se huir de el y este se empeña de mantenerse con nosotros de manera aterradora. Por qué mientras más rehuimos de el, este más presente se hace y es que muchos piensas...