11. Casi Algo.

20 2 1
                                    

Annie.

Hace diez minutos entramos al departamento de Dain y hace cinco minutos que estamos sentados en completo silencio en la isla de la cocina, él enfrente de mi, hace dos minutos que se tomó la primera cerveza de golpe y lo repito dos veces más. Ahora con su cuarta cerveza entre las manos no hace mas que mirarme.

Va baste tomado ya pero el coraje, la indignación y la vergüenza me impiden formular palabra alguna, no puedo creer que se haya tomado el atrevimiento de hacer una escena y no conforme con eso sacarme del lugar como si fuera un costal de papas enfrente de a la mayor parte del campus.

Un nudo de ansiedad me atenaza el cuerpo y el hecho de que vaya más tomado que hace unos momentos no hace mas que ponerme de los nervios.

Estoy aterrada, desconcertada y enojada hasta la mierda. Trato de mantener mi gesto glacial y pese a que quisiera irme a casa permanezco en mi lugar por que quiero saber en donde exactamente me encuentro, eso y que quiero ya acabar con este ir y venir que no me hace ningún bien.

—¿Estas enojada conmigo? — pregunta, y yo aprieto los dientes porque ¡Hello! acaba de hacer un drama.

—No, si a mi me encanta protagonizar espectáculos —digo, con sarcasmo —. Para ser alguien que odia el romance lo que hiciste es bastante cliché y dramático.

—Estas enojada conmigo—asegura, ignorando mi pulla y la tormenta ambarina que son sus ojos me observa con indecisión.

Me remuevo en el banco donde me encuentro sentada por la manera intensa en la que me observa, como si estuviera midiendo mi reacción.

Dain me hace sentir vulnerable, pequeña y sé, sobre todas las cosas que es caos y destrucción para mi pobre y débil corazón, para mis sentidos y sentimientos porque soy demasiado débil como para tontear con él de esta manera, para aceptar eso que es capaz de ofrecer.

Agradezco el espacio que se encuentra entre nosotros, porque eso me hace sentir cierto grado de seguridad ya que su olor a menta y jabón que desprende es tan embriagador que me abruma.

La iluminación de la cocina me permite tener una vista más clara de él, su cabello va un poco más largo que la última vez, tiene un pómulo inflamado y ahí un hilo de sangre seca bajando por una de las comisuras de sus labios eso sin contar la inflamación de este. Es un milagro que sus lentes no se hayan estropeado cuando cayeron al suelo luego del primer golpe.

El corazón me da un vuelco al recordar la manera en la que fue golpeado, no tanto como el otro sujeto pero de igual manera lo lastimó. Cierro los ojos un momento, debo admitir que Dain Campbell me gusta mas de lo que me gustaría.

¿Por qué siempre quiero lo que no puedo tener?. Me lamento interiormente.

—¿Y bien? —hablo con impaciencia, estoy cansada y justo ahora solo quisiera ir a dormir para dejar de pensar en las infinitas posibilidades de porque hago las cosas.

El hombre frente a mi le da un trago largo a la cerveza entre sus manos antes de dejarla en la encimera y clavar sus ojos en los míos, llegados a este punto he perdido la cuenta de cuantas se a tomado.

Puede que en un principio estuviera algo achispada por el alcohol que había ingerido, pero después haber pasado el dote de adrenalina me esta empezando a dar sueño, tampoco voy a pasar aquí lo que queda de la noche viendo como se embriaga hasta la inconsciencia.

—No vine aquí para verte beber hasta perder el sentido. Si tomas una cerveza más me iré —advierto, y agradezco que me voz suene firme pese al cúmulo se emociones en mi interior.

Casi AlgoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora