Capítulo 20: Otro crímen

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Era otra mañana tranquila, pero un poco nubosa en el clima. Por el departamento de Andy, Megan regresaría cómo una descarga eléctrica, ante ese cometido tan aprovechable de su parte, al asesinar al detective Norris, y tener en sus manos el expediente.

La androide rubia, por continuación a que su dueño se pudiera levantar, cubriría hasta lo más profundo de unas cajas, esa carpeta con el informe de Nancy Allen. Así, según la robot, no podrían delatar sus acciones. Y así fue.

La de vestido claro, sin ninguna mancha de sangre, o de un martillo ensangrentado, se sentaría muy lentamente por su cojín recargador, mientras aguardaba muy tranquilamente a que Andy se pudiese despertar. Por casualidad, fue muy pronto.

El chico, escucharía su alarma, pero la había desactivado al no conciliar el sueño aún más. Olvidó que todavía seguía suspendido por ese estatus hecha en la escuela. 

Ya que parecía un día sin otro problema más, el castaño ni siquiera le dedicó a que su muñeca estuviese parada. Realmente, añoraba por el que la detective que había conocido, se llevara de una vez y para siempre a Megan.

Quién menos esperaba ese destino, era solo la misma de moño oscuro. Megan no quería irse, por más que sus usuarios primarios le podían exigir. Ni siquiera estuvo con el Chico en su último día cómo su juguete. Asistió a la reunión de Falyn y Pugg.

Andy, un poco cansado, primero, se encaminaría a la cocina, en la que se encontraría a su madre, no tan denodada. Karen aún se limpiaba los lagrimones luego de haber sacado algunas anoche. Esto lo notó su hijo en nada de tiempo. 

Así que, solo para evadir distraer a la mujer, a quién se le veía en una gran focalización en su celular, recogió algunos snacks que guardaba a espaldas de unas alacenas, pero seguramente, su expresión lo decía todo. Estaba afectado por la de pelo negro.

— ¿Mamá? ¿Lloraste anoche? No tes ves nada bien esta mañana.— le hablaría aún más angustiado Andy, mientras sacaba más bocadillos.

— N-no Hijo. E-estas no son lágrimas, es solo que se corrió el maquillaje cuando preparaba la cena. T-tranquilo, que no es nada.— le trató de explicar titubeando Karen. 

— ¿Se puede correr el maquillaje? Eso suena raro. No me lo creo.— respondió un poco más dudoso el Chico.

— No te preocupes por mí. Estoy bien, y por cierto, ¿De donde sacaste esos bocadillos?— le terminó haciendo una pregunta la joven madre.

— Oh, estos snacks. Los escondía para un caso de estos, cuando no tuvieras ni idea de que hacer en el desayuno. Estos, los he guardado por las alacenas.— le contestó sin ningún problema el castaño.

— Ya veo, y toma los que tu consideres. Hoy, tengo cosas que pensar, y lo voy a procesar de camino al trabajo.— suspiraría en ese momento la de pelo negro.— Debo de hablar con Mike.— agregó.

— ¿Con el detective Mike? ¿Y eso porqué?— interrogó así mismo el Niño. 

— Necesito discutir sobre mi decisión que he estado tomando desde que te fuiste a la reunión con tus amigos, Andy. Hablo del terapeuta. Mike me dijo que íba a consultar tu problema con un especialista en Niños.— se atrevió a replicar la madre de Andy.

— ¡Agh, Mamá! No necesito un terapeuta. Yo sé qué no vas a creerme cuando te conté la responsabilidad de Megan en muchos crímenes, pero te voy a enseñar que no miento.—

— Además, todo se resolverá hoy mismo. Creo que, la detective Allen, esa chica, quiere pasar por la muñeca para mostrar su culpa. Eso me lo contó ella.—

Enemigos de Acero | Megan contra ChuckyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora