Capítulo 21: Algo inesperado

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Pasó otra noche, y la luna se ocultó. Llegó el sol con mucho resplandor en otra calurosa mañana en Chicago. Por el departamento de policía, no traían muy buenos precedentes cómo lo tramaba Jacob. El, se dirigió a su trabajo cómo siempre.

El mejor amigo de la detective y castaño, estacionaría muy aproximado su vehículo en el estacionamiento del sitio. Descendió del asiento del conductor, y en sus manos llevaba un ramo de flores con el, presumiblemente para Nancy.

Jacob, una vez que bajó del auto y junto a su minúsculo obsequio, en la estación se concurría a una ambulancia, y a sus demás compañeros en su estudio. Creyó que esto era parte del programa del asesinato de Mike. Qué equivocado estaba.

El muchacho, entró por las puertas de cristal, sobrellevando así todos los pasillos que se encontrara para llegar a su nueva oficina con su "mejor amiga". Relucía muy contento por una sonrisa y esas flores. Sabía que ese día era su cita.

Sería el momento único para confesarle sus sentimientos, y esto se hizo comparación por unos milisegundos, ya que la mala primicia se vino con el, advirtiendo que en el siguiente pasillo, allí yacía el cuerpo de su amada, con manchas de sangre.

Los médicos la atendían, al levantarla para posarla en una camilla, esperando por un milagro para que se pudiese recuperar. Esto fue presenciado por el mismo Jacob, y asombrado con un dolor imprescindible, hasta soltó el ramo.

Cayó por uno de los tantos manchones del líquido carmesí, pintando esas flores de rojo. Su sonrisa se desvaneció, y con un fuerte grito que se escuchó por el espacio, persiguió lo más celerado que pudo a la pelirroja. 

— ¡No, no, Nooooooo! ¡Nancy!— gritaría con mucha fuerza y dolor Jacob.

Corrió y corrió, tomó sus últimos impulsos para alcanzar a ver a su mejor amiga, pero no lo logró, cuando unos paramédicos contuvieron su paso, incluso, hasta lo retrocedieron de la escena. 

— Disculpe muchacho, usted no puede entrar. Estamos haciendo lo posible para curar esas apuñaladas que recibió la detective Allen.— le hablaría con calma un médico. 

— ¡¿La apuñalaron?! ¡Quiero verla, déjenme pasar, por favor!— les reclamaría por su cara el muchacho. 

— Espere aquí, en esta área. Ella se mejorará, se lo aseguro oficial Williams.— le intentaron convencer una vez más otro paramédico.

— ¡Noo! ¡Tengo que verla por 2 minutos! ¡Se los suplico! Si la pierdo, ni siquiera tendré la oportunidad de despedirme.— les rogaría a punto de llorar Jacob.

Sus ganas inmensas de llorar ni siquiera se hicieron esperar. El oficial Williams lloraba litros y litros de esas gotas cristalinas, que incluso dejaba algunas huellas por sus mejillas.

Todo el personal médico miraba cómo ese muchacho entró en un llanto máximo, al creer que Nancy Allen no se recuperaría de ese ataque repentino por el departamento.

Esto, hasta cautivó a sus compañeros, por lo cual, unos minutos después, muchos de los doctores, tomarían esa decisión, que era exactamente la misma.

— Oficial, me doy cuenta que la detective Allen y usted son muy unidos. Tomaremos una decisión. Puede pasar a verla, pero solo 5 minutos.— 

— Eso es Williams. No tenemos mucho tiempo. Si usted desea, podrá visitarla en el hospital. La ambulancia la está esperando. Espero que sea rápido.— decidieron así los médicos.

— Gracias, gracias. Se los agradezco. Necesito verla, no puedo estar sin ella. Muchas gracias.— agradeció de mil formas aquel oficial.

Jacob, sobrepasó los límites de la escena. Lo que era su alrededor, parecía un auténtico homicidio. Entre lágrimas lo veía venir. Desde manchas y manchas de sangre, hasta el encuentro de objetos.

Enemigos de Acero | Megan contra ChuckyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora