Capítulo 23

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1 mes después de la tragedia...

Jimin soltó un fuerte suspiro al notar sobre su desayunador el plato de avena que había hecho para Noori totalmente intacto, las luces apagadas y el equipo de sonido reproduciendo un playlist suicida de Coldplay y Adele que ellos mismos habían elegido en broma en caso de sufrir alguna ruptura años atrás. Caminó hacia el sofá pero Noori no estaba ahí, la busco con la mirada pero parecía no estar en casa, su corazón se detuvo cuando imagino lo peor y al entrar a su habitación notó que bajo la puerta del baño se escapaba un vapor caliente, corrió hacia la puerta con la esperanza de encontrarla abierta pero desafortunadamente no fue así.

-Noori! Abre la puerta! Noori!!!- Por más que intento abrir no lograba tener éxito, la manija estaba caliente y no quería imaginarse el escenario tras de esa puerta, tomó impulso de su delgado cuerpo y pateo lo más fuerte que pudo hasta lograr abrir de golpe, cayó de rodillas entre la bruma y la buscó casi a ciegas, logrando encontrarla bajo la regadera, su cuerpo completamente enrojecido y desmayada debido a un golpe de calor, corrió hacia ella y la levantó como pudo sin importar si su piel se quemaba al contacto del agua hirviendo.

-Noori! Por favor despierta, no me dejes! No así, por favor!-  Suplicó con la voz a punto de quebrarse en llanto, pero ella no respondía a sus súplicas, tomando su pulso se dio cuenta que aún respiraba y sintió que la vida le regresó al cuerpo, la llevó hasta la cama y llamó a su médico de confianza, podría haberla llevado al hospital, pero ella se negaba a ir y no quería que saliera de su alcance, sería muy peligroso para ambos, ella podría intentar algo y él moriría por la culpa; con cuidado la acomodó y seco con paños tibios su cuerpo, el nudo en su garganta se apretó tanto que lágrimas brotaron de sus ojos al sentir con sus dedos sus huesos severamente resaltados en su piel, su rostro se había oscurecido con un manto funesto que desbordaba miseria y las ojeras que había ganado eran un tributo a la depresión, el alma se le caía a pedazos a ambos y no había nada que él pudiera hacer más que permanecer a su lado hasta que ella volviese en si.

-Cómo se encuentra doctor?- Preguntó luego de haber esperado paciente media hora en el sofá a que el doctor hiciese su trabajo.

-Tiene un caso de Burn Out, está trabajando mucho últimamente?- Jimin sabía la razón de esto, pero decidió mentir, no quería involucrar a su médico más allá de lo personal.

-En realidad ella... puede decirse que sí pero...- Mintió

-No hace falta que lo escondas, la última vez que vine también era medio día, es un hecho que esto lo provocó un caso personal- Suspiró antes de continuar -Por suerte el agua no quemó severamente su piel, estará bien si le aplicas este ungüento una vez al día en brazos y piernas principalmente, te dejaré unos sueros ya que está muy deshidratada, cámbialo conforme al manual del empaque, también su peso es demasiado riesgoso, no pude pesarla pero las señales en su rostro son evidentes, deberías llevarla a un hospital, si sigue aquí puede colapsar otra vez y tal vez sea demasiado tarde para ella- Jimin bajó la mirada frustrado, todo esto se le estaba saliendo de las manos y a este paso perdería su única razón de existir.

-Sé lo obstinada que pueden ser las mujeres, pero si quieres mantenerla con vida es mejor así- El doctor sacó una tarjeta del bolsillo superior de su chaqueta y se la entregó a Jimin -Esta clínica se especializa en casos así, llévala lo más pronto posible, entre más tiempo pasa, su situación se complicará aún más... animo chico, sé que lograrás convencerla-

Jimin asintió con resignación y acompañó a su médico a la salida, al cerrar la puerta se dejó caer de rodillas en el suelo y lloró, maldijo y gritó hasta que su garganta dolió, maldijo a Yoongi y así mismo por no ser capaz de hacerla feliz, se odiaba por no ser él, el elegido, se odiaba por tener que aguantar y callar, mientras observaba sin poder hacer nada como su única luz se apagaba lentamente, pero así era el amor no correspondido, un abismo de rosas que te desgarran la piel con sus espinas, una historia mal contada, disfrazada de encanto y magia cuando lo único que provocó fue la miseria de ambos.


••••••••A través de tu mirada••••••••



-Vas a seguir ahí lamentándote? Ella se está muriendo, por tu maldita culpa una persona inocente está al borde de la muerte!- Gritó Namjoon quien estaba harto de ver a Yoongi totalmente ebrio en su oficina, hundiéndose en la miseria que él mismo ocasionó.

-La has visto? Dónde está? Dime dónde está?- Suplicó mientras se arrastraba por el suelo para llegar a él.

-Eres tan patético, sabes que Jimin jamás me diría dónde está? He ido a su casa múltiples veces y nadie la ha visto, es más que obvio que se fue para borrarte de su vida- Por milésima vez Namjoon mintió, Jimin le había prohibido revelar el paradero de Noori, por dos simples razones, la primera porque a ella la destruiría y la segunda que no sabía si podría contenerse al tenerlo frente a frente, sin embargo Namjoon le daba detalles, los suficientes para mantener al rubio con vida, por lo menos hasta hace unos minutos que la impotencia le ganó y soltó todo en unas pocas palabras gritadas.

-Lo sé, soy un idiota, Lo sé! Maldita sea lo sé!- Vociferó tratando de ponerse en pie sin éxito, sus lágrimas caían sobre sus mejillas hasta llegar al suelo, cual miserable vertedero, avisando que el rubio estaba tocando fondo, si tan solo hubiese sido un poco más inteligente, si tan solo hubiera sido un poco más hombre... pero de que serviría ahora, todo estaba perdido, no había vuelta atrás de esta trágica historia.

El tiempo fue justo para la principal víctima de esta historia y mientras Yoongi se hundía en la miseria, Noori poco a poco encontraba la luz, tras intensas terapias disfrazadas de citas sociales en casa de Jimin y largos días internada cuando por fin se dio cuenta que debía tener ayuda, logró superar su síndrome pero se hizo una promesa antes de abandonar el lugar que la ayudó a salir a flote, bajo la luz de la luna, esa que una vez llamaron nuestra, prometio nunca volver a caer, desconfiaría a toda costa de cualquier señal de amor, tal vez algún día encontraría a alguien, por más remota que fuese la idea, pero se aseguraría de poner cualquier obstáculo, hasta que estuviese totalmente convencida de que fuese real.

Y así el piano dejó de sonar y la ninfa que alguna vez fue su musa apagó su voz, la magia desapareció y un hechizo maldijo las almas de los que una vez se amaron, cegando sus ojos a la verdad, obstruyendo su camino hacia el futuro, estancándolos en un tormentoso bucle de inseguridades.

A Través De Tu Mirada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora