Capítulo 8

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Capítulo 8

El carcelero abrió la reja casi a las once de la mañana, justo como le había indicado Lord Riddle Voldemort el día anterior. El hombre, un alfa robusto y entrado en años, no sabía con exactitud qué había hecho aquel beta para hacer enojar a un Lord a tal punto de mandarlo a encerrar unas cuantas horas, pues al igual que su compañero, no creía del todo en la excusa del robo. Aunque no sería la primera vez que eso ocurriera. De todas formas no le importaba mucho, siempre y cuando aquellos Lores le dieran un merecido pago por ayudarles.

Severus salió de detrás de los barrotes y caminó fuera de aquel lúgubre y sucio lugar, sintiendo que el día que había sido encerrado le habían vaciado el alma. Su estómago rugía por la falta de alimento desde el día anterior, y tiritaba ligeramente de frío, pues su ropa seguía húmeda. Ni siquiera el calor de los rayos del sol le hicieron sentir mejor, pues nada podría calentar el frío que sentía en el alma.

Pensó, de forma casi depresiva, que solo le quedaba caminar hasta su casa, unas cuadras al sur, recoger sus pocas pertenencias y prepararse para tomar el tren al día siguiente. No le quedaba más nada que aceptar el trato de Riddle y marcharse a tomar el puesto de profesor, aunque esa idea le supiera amarga.

Cuando se dispuso a caminar, se fijó que, al otro lado de la calle le veían dos jóvenes. A la chica la reconocía claramente como la dama de compañía de Harry, pues la había visto por un momento durante la cena de compromiso de Lord Voldemort. A su lado había un joven alto, pelirrojo y con varias pecas en la cara. Ambos estaban de pie frente a un coche tirado por unos viejos caballos. Severos cruzó la calle en dirección a ambos jóvenes, sabiendo que si la joven de pelo rizado se encontraba ahí, debía de ser por causas de Harry.

En cuanto se acercó a ellos, pudo ver la angustia reflejada en los ojos de la omega, y tuvo miedo.

—Señor Severus, necesito hablar con usted. Pero no aquí, no sé que servidumbre de Lord Potter pueda estar fuera, y si me ven hablando con usted se lo dirán al Lord.

Severus entendió y, decidiendo rápidamente, entendieron que el mejor lugar sería en casa del beta. Severus y Hermione subieron al carruaje, y Ron subió a las tablillas para tirar de los caballos, siguiendo la dirección de Snape. Al llegar, vieron una pequeña casa totalmente cerrada, pues el beta no la había usado desde que comenzó con las cartas a Harry.

Entraron de forma rápida para evitar ser vistos, y Hermione pudo ver libros desperdigados junto con muchos materiales medicinales en pequeños frascos. Pensó por un momento que, aunque la casa de Snape tenía el tamaño de la sala de estar de la mansión Potter, se sentía más acogedora.

Se sentaron en la única mesa que había en la casa, y la joven procedió a contar sin esperar demasiado todo lo que había sucedido entre Lord Potter y Harry.

—Usted debe ayudarle, Harry no puede casarse con ese alfa.

—¿Qué me queda? —Replicó Severus, con dolor en su voz. —Si hago algo ante esta situación, lo condenaría a una vida de fugitivo, además ¿que podría darle yo en comparación a Lord Voldemort?

—Todo, ¡Oh, no tiene idea de cómo está sufriendo mi querido amigo! Incluso se ha enfrentado a su padre por usted, recibiendo una bofetada en el proceso.

Severus sintió su sangre hervir ante el conocimiento de que Harry había sido golpeado. Pero eso no evitaba el riesgo que le provocaría al omega hacer algún movimiento. Pensó que el joven estaría mejor sin él, hasta que Hermione dijo:

—Harry estaba dispuesto a escaparse, a morirse si era necesario. Amenazó a su padre en un momento de cólera con que haría lo que fuera necesario con tal de no quedarse junto a Lord Riddle, aunque ensuciara el apellido de los Potter en el proceso. Pero Lord Potter le dijo de forma rotunda que si él se atrevía a hacer algo, sería usted quien lo pagaría en sus propias carnes. Mi querido amigo sólo ha aceptado casarse de buenas con el Lord para que no lo dañen a usted.

Estimado Harry (SNARRY)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora