La única regla [Kookmin Au]

•19•

— ¿A qué hora le dijiste que estarías ahí? — preguntó el chico tomando un sorbo de su bebida.

— Treinta minutos — vio la hora en su celular — han pasado casi cuarenta minutos, ya llegó al parque así que esperará ahí otros treinta minutos más, luego vendrá y son cinco minutos de aquí al parque — explicó el castaño, Jimin lo escuchaba atentamente mientras asentía.

— Bien, creo que es hora de actuar — sonrió y le guiñó el ojo levantándose de la silla — uy que tonto soy — soltó mientras se tiraba la bebida de frambuesa en la ropa y el piso bajo la atenta mirada de Jungkook quien solo sonreía.

— Creo que no podré ir a ver a mi hermosa novia — soltó de forma burlona — bueno creo que lo entenderá, le mandaré un mensaje — tomó su celular y tecleo rápidamente para luego dejar el aparato encima de la mesa.

— Lo siento Jungkookie no quería que te perdieras tu día especial con tu novia — soltó de forma tierna.

— No te preocupes bonito, te llevaré al baño para que te bañes y te dejaré ropa limpia ¿esta bien? — el chico asintió y se adentró en el baño, Jungkook fue directo a su habitación, sacó ropa interior nueva, junto con una polera y pantalón los cuales dejó en el baño tiempo después.

El aroma a frambuesa ya estaba por todo el departamento, así que comenzó a limpiar todo lentamente, segundos después el timbre sonó, el castaño sonrió debido a que la rubia llegó justo cuando el lo dijo.

— Que predecible eres niña — soltó suspirando y caminó hacia la puerta para abrirla.

— Una hora Jungkook — la rubia entró rápidamente al lugar.

— Hola a ti también — soltó el castaño cerrando la puerta para volver a lo que hacía.

— Estuve más de una maldita hora esperando y no apareciste pudiste habérmelo dicho ¿no? — se tomó la cintura.

— ¿No te llegó mi mensaje? — fue lo único que dijo.

— ¿Mensaje? — sacó su celular y conecto el wifi del departamento, al instante sonó su celular — perdona preciosa llegaré un poco tarde, espérame ahí — leyó el mensaje.

— Jungkookie ¿Tienes otro pantalón más pequeño? — el rubio entró a la sala con la polera de Jungkook puesta y los pantalones en la mano — este me queda grande, oh, perdón — soltó al ver a la rubia ahí.

— ¿Qué haces aquí niña? — se veía claramente molesta — y que carajos haces con la ropa de mi novio.

— A Jimin se le cayó su bebida de frambuesa y...

— Tu te callas, no te pregunté a ti — avanzó unos pasos cerca del rubio — ¿Y bien niña?

— Jungkookie solo trataba de ser amable, sin querer tropecé y mi bebida cayó.

— No hay duda de que eres una niña imbécil — se burlo la chica — como sea, me da igual, te pones tu ropa sucia y te vas de aquí, mi novio no es voluntario para caridad — se acercó peligrosamente a Jimin para arrebatarle el pantalon de las manos — que esperas cosa — tiró a prenda a su lado fuertemente haciendo saltar al chico, la chica seguía con intenciones de intimidarlo, pero perdía la paciencia ya que el rubio no se movía — ash, me estas cansando — levantó la mano — si no te vas por las buenas — no alcanzó a golpearlo.

— Ya es suficiente — Jungkook se interpuso entre los dos tomando la mano de la chica fuertemente — no tienes derecho a hablarle así, Jimin no es una niña, tampoco lo ayudó por caridad, es un chico amable, algo que tu no tienes Yerim — la alejó unos centímetros — ¿Cómo lo puedes ser así?

— Jungkook, mi amor yo...

— ¿Acaso me crees un infiel?

— No, amor yo... — la chica miraba con preocupación a su novio — él... — señaló al rubio quien ahora sonreía de forma burlona ya que Jungkook no lo estaba viendo — él planea separarnos, es una zorra, se está burlando de mi — apuntó al chico, Jungkook giró observando a Jimin quien tenía la cabeza agachada.

— ¿Cómo piensas eso? — notó una pequeña lágrima caer por su mejilla — eres cruel — se acercó a Jimin cubriendolo — te pido perdón Jiminie, Yerim no sabe controlar su boca — soltó de forma dura y recalcó lo último mirando a la chica seriamente — se me quitaron las ganas de salir, vete Yerim, hablaremos en otro momento.

— Yo me quedo — soltó la chica dispuesta a desafiar a Jungkook.

— Creo que no me entendiste — la miró serio — no quiero salir, así que hazme el favor de largarte de aquí, me molestas — sentenció.

El corazón duro de la rubia se trizó, pero las lágrimas jamás salieron, digna salió de aquel departamento decidida a una cosa, le haría la vida imposible a ese falso rubio de sonrisa burlona.

Mientras tanto el portazo que dio Yerim había dejado tres marcos rotos en el suelo los cuales ahora Jimin recogía.

— Que lindo eras de pequeño Jungkookie — habló mirando el cuadro — y que linda niña ¿Quién es?

— Ten cuidado con los cristales mimi voy en seguida — se limitó a decir.

— Estoy siendo muy cuidadoso Jungkookie — se levantó dejando las fotos encima de la mesita pequeña y comenzó a barrer los cristales tirandolos a la basura, luego recogió los cuadros dándose cuenta de que uno de los cristales se había quedado bajo la puerta — escurridizo — susurró para luego tomarlo, pero cuando estaba por sacarlo resbaló haciendo que el cristal saliera — ay.

— Jimin — Jungkook corrió hasta donde estaba el chico y lo encontró sentado en el piso — ¿Estás bien?

— Tropecé — soltó bajito.

— Eso se ve profundo — lo ayudó a levantarse — debemos limpiarte esa herida — con sumo cuidado paso el algodón por la herida limpiando algún cristal que se haya quedado ahí, para después poner un poco de crema y soplar.

Jimin miraba atento todos sus movimientos amando la delicadeza de sus acciones, el ambiente se puso algo pesado, pero ninguno dijo palabra mientras Jungkook hacia su trabajo.

Al terminar cubrió la herida con una gaza y suspiró sonriendo, levantó la vista encontrándose con las rosadas mejillas de Jimin muy cerca, sus respiraciones se mezclaban.

Un paso más.

Sus pechos se tocaron haciendo que sintieran las palpitaciones aceleradas de ambos.

— Jimin — susurró Jungkook haciendo que el chico esta vez se concentrará en él, pero no dijo más, el rubio apretó su mano herida notoriamente nervioso haciéndolo retroceder y volver al mundo real.

— Lo siento — soltó el chico mostrando su mano, Jungkook bajó la mirada, el parche se había empapado en sangre.

— Creo que debemos ir al hospital.

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