trece.

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A M I G O S

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A M I G O S

CAPÍTULO TRECE;
— “ a lo de antes





—¿Por qué hay tantas cámaras acá?— con Nahuel bajamos del auto e hicimos dos metros para que miles de paparazzis nos empiecen a perseguir hasta la entrada de la casa de De Paul.

Nahuel decidió resistir de su plan y volvimos al auto nuevamente, mientras yo esperaba al cordobés que hablaba con su amigo. Molina hizo una mueca y me miró con una cara de perrito mojado.

—¿Qué?— pregunté, imaginando lo que se avecinaba.

—Dice Rodri que llegaron sus hijos de sorpresa y está con problemas con la ex y hay quilombo en su casa— colocó sus manos en sus piernas con algo de pesadez.— No deja de romperle las pelotas esa mina.

—Pobre Rodrigo, y nosotros que estamos siendo atacados por los flashes de mierda estos— me quejé cuando de la nada los vidrios polarizados de Nahuel comenzaron a iluminarse de todos los ángulos.

Mientras Molina se quejaba analicé la situación y no me gustó para nada saber que había personas con fotos nuestras arriba de un auto, siendo que ahora ambos trabajábamos en un mismo lugar, donde las relaciones entre nosotros debían ser sola y exclusivamente por trabajo. Y claro que los dirigentes no tenían ni idea de que Nahuel es... fue mí mejor amigo de toda la vida.

—¿Te imaginas el revuelo que va a haber? cómo la otra vez en Twitter que salieron a decir que te estabas chamullando a la novia de tu compañero de selección en una entrevista— Nahuel río y negó con su cabeza.— ¡Ahora me van a tratar de trola por tu culpa!, lo peor es que no estoy más con Gonzalo— dramaticé rogando salir de allí en ese instante.

—Yo que quería conocer a la Tini— murmuró Nahuel encendiendo el auto.— Bueno, si estos idiotas no se mueven me los llevo puesto por rompe pelotas— aceleró y allí fue cuando su auto comenzó a despejarse.

Y ahora mí maravillosa pregunta era ¿A dónde iríamos?, no pensaba salir a ningún lado sola con Nahuel. No, era mucho para mí tenerlo tanto tiempo cerca sin poder hacer más que molestarlo y reírme de él.

—¿Te parece si vamos a mí casa?, vivo por acá cerca...— comentó, leyendo mis pensamientos.— Igual tranquila, no vamos a hacer nada. Pasa que no quiero tener que dejarte tan rápido— su puchero terminó por convencerme, asentí reiteradas veces, sin parecer una loca ansiosa.

—Sí vamos... Pero un ratito— lo señalé poniendo límites, luego de que Molina festeje.— Estoy muy cansada y no veo la hora de acostarme y dormir— murmuré mientras me recostaba en el asiento.

amigos | nahuel molina.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora