veinticinco.

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CAPÍTULO VEINTICINCO;— locura

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CAPÍTULO VEINTICINCO;
— locura.

nahuel.

Dejé de lado la idea de querer salir corriendo de ese lugar para encerrarme a llorar en mi pieza como un nene chiquito, lo hubiera hecho si no tuviera dos bebés a los que cuidar pese a cualquier circunstancia, pero ahora no era solo yo. Éramos los tres.

—Nahu, anda a descansar, yo me quedo con los gordos.— sentí su mano apoyarse en mi hombro, su caricia quebrándome en dos, aguantaba mis ganas de llorar todo el tiempo.

Eran dos meses, dos meses muy duros, la cabeza máquina todo el tiempo, y para mal. Nunca hubiera imaginado estar en esta situación, mucho menos con dos bebés a los que cuidar. Sabía que por más mal que pueda estar, mis dos hijos eran mi prioridad, la salud y el bienestar de ellos era lo que debía preocuparme más. Pero... ¿Cómo se supone que debía actuar ante esto?, la mayoría de nuestros familiares se estaban haciendo a la idea, yo no podía, no podía ni quería. Esperar era mi mayor esperanza. Pero como me rompía saber que la mayoría ya se daba por vencido, se suponía que debían apoyarme a mí, aún así, no ocurría.

—Está bien Giu, me quedo un rato más antes de irme a la clínica.— le respondí regalandole una pequeña sonrisa.

—No voy a intentar más porque te conozco.— dijo con gracia.— Cualquier cosa estoy en la cocina.— aviso caminando puertas adentro de la habitación.

Giuliana era mi soporte en estos momentos, de todos era la que más me comprendía y ayudaba, la que más lo intentaba, estar positiva.

Respiré hondo y miré como Bruno de a poco comenzaba a quejarse mientras despertaba. Luca por su parte, seguía durmiendo como roca, era idéntico a Agustina en eso. Largué una sonrisa al darme cuenta que el menor había abierto sus ojos y me miraba expectante.

—Justo cuando papá se tiene que ir.— susurré mientras lo tomaba con cuidado. Ambos dormían en una cuna un poco más grande que de costumbre.

Tuve que conseguirla a los días que les dieron el alta de la clínica porque era imposible que duerman cada uno por su cuenta. Estuve tres días durmiendo con ambos en mi cama, era casi imposible echar un ojo de los nervios y la precaución de sin querer hacerles daño.
Sabía que en cuestión de minutos, al no sentir a nadie a su lado, Luca despertaría igual.

—Ahora va a despertarse tu hermano también.— bese la mejilla para caminar hasta la puerta de la habitación.— Tu madrina va a odiarte Nino.

Fueron dos meses de muchos cambios. La llegada de los gemelos había traído varias lecciones para mí, una de ellas fue hacerme responsable de las decisiones que debía tomar. Fue así que ante nuestras urgencias, decidí mudarme y mudar a mis bebés a las dos habitaciones que había en la planta baja de mi casa. Sentía que era un gran peligro tener que bajar las escaleras con ellos en brazos, y se me hacía mucho más práctico en cuanto a mis honorarios.

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⏰ Última actualización: Jan 26 ⏰

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