Capítulo 1

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Como todo el tiempo, Snixe compró un juego otome. Sus redondos lentes se empañaban por el calor producido debido a su sudoración excesiva. Limpió su frente y bebió un poco de chocolate frío.

Instalando aplicación...

Se estiró en su silla, tronó sus dedos y se colocó sus audífonos. Ya casi estaba listo.

La instalación tardaba mucho, así que se entretuvo contando las líneas de su pantalla.

Error.

Snixe frunció el ceño, volvió a intentar y salía lo mismo: Error.

Decidida, lo intentó varias veces, pero todas fallaban.

—Debe ser una broma —comentó hacia sí misma y se levantó de su silla.

Se encaminó hacia la habitación de su novio, el cual se encontraba en un videochat. En cuanto la vio, guardó silencio.

—¿Necesitas algo? —preguntó Azzier, el novio de Snixe.

Cariño, la computadora se volvió a averiar, ¿podrías verla, por favor?

—¿Tiene que ser ahora?

—Si, por favor.

Azzier suspiró, dijo un: "luego te llamo" a la persona al otro lado de la línea y dejó el móvil a un lado. Parecía molesto, pero Snixe no lo notaba.

Pensando en que iría directamente a la otra habitación, le sonrió, mas él le devolvió una mirada fastidiado.

—Mira, te voy a ser sincero; me tienes harto. Es la quinta vez que tengo que reparar ese maldito computador porque lo saturas de esos estúpidos juego otome. ¡Deja de jugarlos y el aparato durará!

Snixe arrugó el entrecejo. ¿Qué le pasaba a su novio?

—Sabes mejor que yo que no dejaré de jugar. —Comentó y Azzier suspiró pesado, para luego explotar en ira.

—¡Es que no entiendo lo que tienen esos juegos para que los prefieras antes que a mí! Llegué al límite. Decide, tus videojuegos o yo.

La muchacha se quedó muda. ¿Qué era mejor? No podía dejar así sus juegos.

—No dejaré mis juegos. Lo siento, Azzier.

Furioso, tomó su chaqueta, le golpeó el hombro al pasar a su lado y se marchó. ¿Qué acababa de ocurrir?

Snixe sintió sus mejillas húmedas, y así siguió llorando hasta que su novio recogió sus cosas  unos días después y se marchó de su casa, dejando su relación y su compañía.

—Al menos me hubiese reparado la computadora —se lamentó la muchacha luego de dos semanas de ruptura.

Resignada, tomó su celular y buscó un juego que llamara su interés, ninguno, salvo uno, el cual vio en un extraño anuncio en internet.

No le importaba que fuesen virus. Lo descargó, y esperó a que instalara.

Instalación completa.

Chocolate con fantasíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora