"Dime lo que quieras, pero no que no me amas".
-Koll..
Luego de dormir plácidamente durante apenas cuatro horas, Snixe se levantó a las cuatro de la mañana para alistar su almuerzo, bañarse y vestirse para ir a trabajar. Decidió tomar un baño primero, tomando agua en un balde, no porque no tuviese ducha, sino porque la factura del agua salía por las nubes.
Limpia, y económica.
Le pareció extraño ver que su ducha estaba más grande y lujosa. Pensó que era por el sueño y el cansancio.
Continuó con su rutina hasta ir a buscar un cepillo para su cabello. Observó su cuarto y espabiló al notar la diferencia de éste.
¿Desde cuando era tan grande y elegante? ¿Cuándo lo había pintado de blanco? ¿La habían cambiado de casa? Habían artilugios que no había visto más que en televisión por ser altamente costosos.
Observó a todos lados, claramente confundida. Una notificación del tablero le heló la sangre.
Actualización de entorno completa. Haz clic para ver las novedades.
Gruñó molesta por haber transformado su apartamento en un claro, ¿cómo debería llamarlo? Era tan grande que parecía una casa completa.
Sin percatarse de lo demás, observó el reloj antiguo que daba la hora. Habían pasado veinte minutos. Su entrada era a las siete de la mañana, pero evitaba el tráfico al irse a las seis y media.
Revisando sus cosas, ciertamente similares, tomó su uniforme y decidió vestirse.
El uniforme blanco contrastó con su piel. Amarró su cabello en una elegante coleta alta, dejando su frente al descubierto. Sus enormes y redondos lentes le ayudaron a leer mejor las instrucciones de la crema que estaba por aplicar en las puntas de su cabello. No sabía hablar francés así que no le tomó importancia. Echó una pequeña cantidad en su mano, y cuando estaba a punto de aplicarla, alguien tocó la puerta.
—Angelito, necesito pasar —escuchó decir a alguien.
Es Morer, pensó la peliblanca. Ya estaba vestida, así que le abrió la puerta, con cierto recelo debido a los sucesos anteriores. Era temprano, ¿qué hacía ahí en vez de dormir?
—¿Qué haces aquí? ¿Qué quieres? —inquirió arisca. Era inútil preguntarle el motivo del cual su presencia estaba en el apartamento, porque ya sabía que no los podía sacar de su hogar.
—No me hables con recelo. Simplemente vengo a arreglarte para que vayas radiante a tu trabajo.
Dicho esto, sacó una gran maleta llena de quien sabe qué, pero lo utilizaban los estilistas.
—Soy enfermera, Morer, no modelo.
Los ojos ámbar del pelinegro se dilataron al notar la mirada de Snixe en la clara marca de mordida que ella le dejó como método de autodefensa.
Guácala, pensó la muchacha.
—No te robaré mucho tiempo, cariño, solo quiero peinarte y nutrir tu lindo rostro con mis más recientes productos. Dame quince minutos y estarás lista.
No es como si no me sobraran, pensó. Lo dejó desatar su coleta, sin embargo, él la sentó en una silla sin respaldar que tenía cerca.
Su trabajo era profesional.
ESTÁS LEYENDO
Chocolate con fantasía
RomansaSnixe es fanática de los juegos otome a tal punto de obsesionarse de los personajes 2D. Los juegos lo eran todo para ella, hasta que, en uno de ellos encuentra un extraño minijuego que la hace desmayar, y cuando despierta, su mayor sueño se hace rea...