𝑫𝒐𝒏'𝒕 𝒕𝒆𝒍𝒍 𝒐𝒖𝒓 𝑴𝒐𝒕𝒉𝒆𝒓𝒔 [𝒀𝒊𝒛𝒉𝒂𝒏]

04

Pasados cinco segundos, Xiao Zhan apartó el cuerpo de Wang Yibo, como el castaño  ya se hubo acostumbrado desde la segunda vez que lo besó de improvisto. Tan sólo, aquel beso había sido patéticamente tierno, y por supuesto, con un delicioso sabor a bombones de chocolate.

Xiao Zhan podía sentir su mente por completo nublada, su corazón repiqueteando con una fuerza sobrehumana gracias a la impresión, y las palmas de sus manos, prontamente rígidas. En su lugar, Wang Yibo se sentía estúpidamente gratificado, y desde luego, por completo orgulloso de haber conseguido robarle un nuevo beso a su complicado primo.

De igual manera, sabía que Xiao no lo dejaría pasar tan fácil. Y Dios, esperaba que no comenzara una vez más con su charla moralista; aunque sabía que aquella petición excedía la línea de los milagros.

Para la suerte de Wang Yibo, Xiao Zhan permaneció en silencio; y es que aunque haya tenido la suficiente voluntad como para separar los labios del castaño , de los suyos propios, no estaba completamente listo como para decir algo en aquel preciso momento pues, su cabeza se encontraba tan confundida como si realmente, él hubiera sufrido una ligera contusión. El intentar asimilar las miles de suposiciones que llegaban juntas, le estaba resultando inhumanamente difícil, y por aquel momento, temió que todas sus neuronas hubieran muerto a causa del 

poderoso impacto incestuoso.

Wang Yibo sonreía con elocuencia, sus cejas disparadas hacia arriba mientras observaba el gesto imperturbable de su primo, como si éste hubiese entrado en algún tipo de trance. Sus preciosos ojos del color de la noche, fijos en los suyos, y sin siquiera poder pestañear para romper el contacto. Aquello, efectivamente, logró que Wang hinchase el pecho de orgullo, nuevamente, pues notó el gran poder que tenía sobre su primo como para dejarlo como una estatua o, posiblemente, haberle causado un ligero shock. 

Igualmente, Wang Yibo no dejaba de pensar que, aunque aquello hubiera pasado de improvisto, tendría una ardua tarea para la 

semana siguiente. Porque a pesar de haber dejado idiota a Xiao Zhan con un simple roce de labios, él era por completo insoportable, y Wang sabía que, sin duda alguna, se estaría negando a todas y cada una de sus indecorosas propuestas.

Cuando el castaño  se permitió reírse, Xiao Zhan pareció salir de su reciente burbuja, pestañeando pero sin embargo, no lo suficientemente centrado como para apartar a Wang Yibo más de lo que ya lo había hecho; y aquello, obviamente, fue una oportunidad de oro para el ojicafé, quien arrebatando la caja de chocolates de las manos cuidadas del pelinegro, lo empujó hacia atrás y se posicionó sobre éste. Para cuando Xiao decidió despertar por completo, Wang Yibo estaba besándolo de nuevo.

Y por supuesto, con sus manos inquietas tocándolo prohibidamente. 

— No, no, ¡no! — Jadeó Xiao Zhan, sus ojos abriéndose como platos al terminar de caer en cuenta, y su corazón por completo acelerado cuando logró quitarse el otro cuerpo de encima. Corrió fuera de la cama, mirando a Wang Yibo como si se tratase de un bicho raro— . ¡¿Pero qué mierda pasa contigo, Wang?!

El castaño  rio, encogiéndose de hombros cuando notó la pronta agitación de su primo, y no tardó en relamerse los labios para luego responder— . La real pregunta sería, ¿qué pasa contigo?

— No, por supuesto que no — negó, cogiendo todo el aire que había abandonado su cuerpo en los anteriores minutos— . Ya basta, eh, basta. 

— ¿No dejarás de ser un gruñón, entonces? — Cuestionó, moviendo sus cejas de arriba hacia abajo; una manera sugerente. Xiao Zhan levantó su dedo, pareciendo prontamente ofendido.

— No soy un gruñón, y no caeré de nuevo en esta pesada charla — tensando la mandíbula, él echó su cabello hacia atrás, cerrando los ojos y largando un extenuado suspiro— . Joder, ¿tendré que soportarte todo el maldito tiempo que te quedes?