05

711 88 6
                                    

Wang Yibo se encontraba ridículamente deseoso. Permanecía sentado en la cama del pelinegro con la toalla alrededor de su cintura; sintiendo como su corazón repiqueteaba velozmente contra la piel interna de su pecho, y también, como la excitación arremetía y remolcaba su cuerpo como si se tratase de un camión.

Él realmente esperaba que Xiao Zhan no tardase mucho en la ducha, y cuando la puerta fue abierta y dejó al descubierto el delicioso cuerpo de su primo escasamente cubierto, se relamió los labios casi instintivamente. Estaba poderosamente duro, y aquello tan sólo por haber seguido al pie de la letra las órdenes ficticias que le había dado el de ojos negros unos minutos 

antes, cuando estaban en la ducha. Sabía que Xiao Zhan lo deseaba tanto como él, y desde luego, sus palabras habían sido una broma, o al menos eso quiso creer Wang Yibo. De igual forma, él decidió seguirle la corriente y luego desquitarse.

Y es que, claro, él follaría a Xiao hasta que perdiese la noción del tiempo.

— Te estaba esperando, bomboncito — murmuró Wang Yibo, una sonrisa socarrona paseando por sus labios cuando echó un rápido vistazo a su polla cubierta por el paño. Los ojos del pelinegro llegando al mismo lugar, y un ligero sonrojo apoderándose de sus mejillas— . Estoy un poco ansioso.

— Te llevaste mi toalla — reprochó, intentando sonar odioso, pero su voz no salió más que como la de un pequeño malcriado. De nuevo. El castaño rio enternecido, y mordiendo su labio, pensó que necesitaba hacerlo suyo pronto, de otro modo, él enloquecería.

— Y tú me debes una mamada. Estamos a mano — soltó, astuto. Xiao Zhan no evitó pasear una sonrisa maliciosa por su rostro, y encogiendo sus hombros, intentó no parecer demasiado emocionado por el acontecimiento.

De igual manera, él falló, y cuando Wang admiró el brillo lujurioso que surcó por los preciosos ojos negros, apretó su erección. 

Malditamente excitante.

»—  Debería ser ilegal el que logres calentarme tan fácil, Zhan — Wang Yibo se puso de pie, despreocupado y deshaciéndose de la toalla que, recientemente, lograba estorbar.

Cuando el escultural cuerpo quedó al descubierto, el pelinegro contuvo el aire. Y es que no podía simplemente actuar normal, así lo hubiere visto desnudo en tres ocasiones; resultaba ser igual de impactante que la primera. Por supuesto, su anatomía entera reaccionando ante la esplendorosa visión, y las cejas del castaño disparándose hacia arriba en un gesto sugerente.

— Realmente no quiero follar ahora — dijo por fin, sonriendo de lado cuando la mirada del castaño lució inmutable— . Sería catastrófico el que nos descubrieran.

— ¿Sabes? Es más excitante cuando se está en circunstancias como estas — Wang Yibo, ladeando la cabeza, colocó las manos en su cintura y admiró a Xiao Zhan, descarado. El pelinegro diagnosticando con su mirada aquel precioso cuerpo, y desde luego, su pene erecto y dispuesto a recibir una mamada de parte suya— . ¿Acaso no te excita el que puedan descubrirnos? A mí sí.

— Por supuesto que no, me aterroriza — dejó saber, obvio— . Creerán que somos unos enfermos porque, oh, realmente lo 

somos.

— Creí que ya habías parado con eso — dijo Wang Yibo, poniendo los ojos en blanco y acercándose en pasos hacia donde el pelinegro se encontraba.

— Y lo hice — admitió, encogiendo sus hombros y relamiendo sus labios para cuando Wang Yibo estuvo compartiendo su mismo aire; los corazones enloquecidos y las respiraciones agitadas pues, ambos sabían lo que el contrario lograba causar en su cuerpo.

— Entonces... ¿Cuál es tu problema con dejarte llevar, precioso? — Y sin siquiera darle tiempo de responder, tan sólo 

recibiendo una pícara sonrisa por parte del de ojos negros, Wang arremetió contra sus labios y los saboreó con los suyos. Un beso pasional y delicioso, el cual logró excitarlo más de lo que él creía posible.

𝑫𝒐𝒏'𝒕 𝒕𝒆𝒍𝒍 𝒐𝒖𝒓 𝑴𝒐𝒕𝒉𝒆𝒓𝒔 [𝒀𝒊𝒛𝒉𝒂𝒏]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora