𝑫𝒐𝒏'𝒕 𝒕𝒆𝒍𝒍 𝒐𝒖𝒓 𝑴𝒐𝒕𝒉𝒆𝒓𝒔 [𝒀𝒊𝒛𝒉𝒂𝒏]

06

Los sentimientos habían comenzado a ser irremediablemente torturadores. Mediante los días transcurrían, la cabeza de Xiao Zhan enloquecía cada segundo más, y él se encontraba en una posición en la que, irrefutablemente, no sabía qué demonios hacer.

Él supo desde el principio que aquella cuestión no sería en su totalidad sencilla, y ahora fielmente lo confirmaba. Se encontraba terriblemente confundido, y por supuesto, muy asustado. ¿Qué estaba haciendo Wang Yibo con él?

Xiao Zhan siempre detestó las relaciones clandestinas, y más aun las que jugaban 

por completo con su cabeza; justo como lo estaba haciendo aquella. Él nunca había sido una persona promiscua en exceso, y prefería compartir su tiempo con una pareja formal a basar su vida en ligues de una noche o amigos con derechos. Ahora él se encontraba sumido en una de aquellas relaciones no compatibles con su persona, y lo peor de todo es que se veía obligado a seguir en ella. No porque Wang Yibo lo apuntase con un arma, sino que las cadenas invisibles que su primo poseía, lo habían atado de una maléfica manera.

Al principio de todo, el pelinegro se negaba rotundamente a ceder, pero ahora las cosas habían cambiado de perspectiva. Él y Wang Yibo estaban manteniendo relaciones sexuales constantes, comportándose como una pareja normal. No primos. No familia. 

Xiao encontraba tremendamente difícil no involucrar sus sentimientos en un vínculo como aquél, y el hecho de estarse enamorando ridículamente de Wang Yibo le quitaba horas de sueño por las noches y le ponía los pelos de punta.

Ellos no podían mantener algo más serio de lo que ya tenían formado, y desde luego, tampoco deberían estarse correlacionando de la manera que lo hacían, pero sin poder evitarlo, estaba hecho. Cada vez que Wang Yibo lo llamaba bombón, o cuando actuaba irremediablemente lindo, Xiao Zhan no sabía qué hacer. Deseaba poder salir corriendo y esconderse en una cueva oscura, de donde no pudiera salir nunca más para así, evitar el estruendoso golpe que, seguramente, se daría al despertar de aquel indebido sueño.

Wang Yibo era su primo hermano, y no podría ser nada más que eso.

Su razón gritaba y anhelaba hacerse escuchar, una ardua lucha había comenzado, y el azabache aseguraba que quien iba ganando, no era nadie más que su corazón. Evidentemente, aquel era un tema en su totalidad delicado, y cuando empezó a sentirse en las nubes cada vez que miraba a Wang Yibo, él supo que estaba comenzando a cavar su tumba. La cual lo esperaría en el infierno cuando muriera y fuese castigado por los imperdonables pecados que estaba cometiendo en vida.

En su lugar, y sintiéndose 

incomparablemente libre; los sentimientos de Wang fluían de una manera asombrosa. Le gustaba Xiao Zhan y no necesitaba esconderlo, a su vez, él pretendía hacérselo saber en cada frase que decía o cada caricia que le otorgaba. No era un misterio que la personalidad de Wang Yibo, difería en muchos aspectos a la personalidad de Xiao Zhan, pero de igual manera, ellos definitivamente compartían un sentimiento. Sentimiento que había pasado a ser algo mucho más comprometido que simple calentura.

Wang Yibo afirmaba cada día que los latidos erráticos de su corazón, no eran por nadie más que el pelinegro, y desde luego, el castaño admitía que no había nada de malo al sentir amor. Así se tratase de su primo, era real amor. Valiéndole mierda lo 

que terceros pudieran pensar, Wang pasaba los días despreocupado, aunque sintiéndose en ocasiones herido por el constante recato que mantenía el pelinegro para con él.

Wang sabía que su primo mantenía un lio mental bastante abrumador; y realmente trataba de comprenderlo, dándole un poco de espacio y evitando presionarlo demasiado. El pelinegro tenía ideales diferentes, e indudablemente, se sentía espantosamente inmoral al realizar aquellos actos ilícitos que eran atroces para la mayor parte del mundo.