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Dicen que para ganar algo también hay que perder algo.

Pero en ese momento sentía que había perdido todo lo que quería.

La abuela era la única familia que tenia y ahora que no estaba, los días se volvían repetitivos y solitarios.

Todo lo que hacia era ir y venir de la escuela. La única diferencia era que ese había sido un día gris desde temprano.

A medida que avanzaba, me parecía que el sonido de la lluvia cayendo en mi paraguas estaba comenzando a disiparse.

Habían unas cuantas personas caminando por las calles apresuradas por volver a casa.

A medida que avanzaba vi varias luces encendidas de las casas de los vecinos.

Y me di cuenta que cuando llegará a la mía no encontraría nadie esperándome.

Es curioso pero cuando alguien ya no esta hasta los pequeños detalles se vuelven en recuerdos dolorosos.

Alcé la vista y para mi sorpresa habia alguien parado en la puerta.

Era Tae Yoon.

Sostenía un paraguas al igual que el día anterior. Estaba moviendo sus zapatillas cerca de un pequeño charco de agua acumulada.

Al instante sintió mi presencia y me miro. Se quedó quieto y parecía esperar a que hablara.

—¿Qué..haces aquí?—le pregunté.

—Ayer dijiste— que estaba siendo amable contigo porque te tenía lástima. Pero no es verdad.

—Entonces..

—No me gusta verte sufrir— dijo interrumpiendome—Porque..

—Me gustas Ji Eun.

—¿Qué?

—Te he querido desde que te conocí—pero nunca tuve el valor de decirlo, hasta ahora.

***

A los 13 años

Acaba de perder a mi padre y mamá lloraba todos los días.

Tae Ho era muy pequeño para entender lo que sucedía y como hermano mayor lo único que quería hacer era tratar de aligerar las cargas en la casa.

Y eso implicaba que no podía mostrarle a nadie cuando sufría. Quería ser fuerte por ellos.. debía ser fuerte.

Pero ese día en que conocí a Ji Eun sentí que la situación me había sobrepasado y que no podía soportarlo más.

Siempre supe que el dinero era necesario en casa.. y ahora que papá no estaba, la situación se había vuelto más crítica. Los ahorros resistieron apenas un mes y cuando ese tiempo pasó  empezaron los problemas.

El dueño de la casa nos dio un aviso—Si no pagan esta semana tendrán que irse— le dijo a mi madre.

Cuando cerró la puerta ella empezó a llorar. Y Tae Ho solo abrazaba su peluche, sentado a un lado del sofá. Parecía que estaba conteniendo las lágrimas.

Me acerque a él — ¿Qué sucede Tae?—le dije.

—Porque ese señor malo le gritó a mamá. No me gusta verla llorar— dijo quejándose.

—¿Cuándo volverá papá?— me pregunto y pude ver sus ojos llenos de esperanza. Era claro que él aún no comprendía que papá se había ido a un viaje del cual nunca iba a volver. Pero ya no sabia como decírselo.

Las puertas del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora