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Dicen que si estás destinado a una persona, no importa el tiempo, siempre encontraran una forma de reencontrarse.

Estoy corriendo por un lugar que parece la playa. Sostengo la mano de alguien y veo su sonrisa.

Oigo su voz llamándome

—Young Dae—A ¿dónde estamos yendo?—pregunta.

—En un momento lo sabras—me oigo decir.

—Ahora abre los ojos— le digo retirando mis manos que cubrían sus ojos.

—Es mi regalo para ti —Dijiste que querías ver el atardecer.

—Si—¡Es increíble!

—Los colores del cielo son preciosos.

Le tomo la mano y le sonrió. Ella me devuelve el gesto y nos quedamos viendo el espectacular paisaje.

—Sabes que te quiero—comienzo diciendo.

—Oh—dice ella intentando ocultar una sonrisa.

—¿No piensas decir nada más?

—No.

Y la escucho reír.

—Te quiero de aquí hasta donde termina el mar

—¿Tan poco?

—Tonto—Pero si el mar es inmenso—dice y me lanza un poco de agua jugando.

—Ey—¡estas evadiendo el tema de nuevo!

—Toma esto—dice y me lanza más agua.

—Y esto para ti—le digo y le lanzó un poco de agua.

—¡Alcanza me si puedes!—grita de repente y se va corriendo por la orilla de la playa. Al instante la sigo.

Me toma unos minutos llegar a su distancia y cuando la tengo a un lado, la rebaso.

Ella se esfuerza por alcanzarme pero parece ya algo cansada, así que voy aligerado el paso y me acerco a retarla.

—¿Ya te rindes?

—¡Eso nunca! —dice y me empuja a un lado y continua corriendo.

—Bien—tu ganas— le digo.

Al final terminamos cansados de correr y nos tumbamos sobre la arena.

Ella me mira y se ríe.

Se nota que me esforcé mucho ya que aún sigo intentando recuperar el aliento.

—Ya ves no debiste competir conmigo— dice.

—Te deje ganar esta vez—le digo.

Y ella sonríe.

—También me gustas Young Dae—dice mirándome, esbozando una sonrisa preciosa.

Y antes de que pudiera hacer o decir algo. El recuerdo se desvanece.

Abro los ojos y estoy en el tren. Apenas han pasado unos minutos desde que me dormí pero pareciera que hubiera sido más tiempo.

A un lado de la mesa está mi libreta junto con un bolígrafo. Anoto lo que recuerdo e intento dibujar a la mujer que he visto en mis sueños pero cada que intento esbozar la imagen de su rostro, siento que en mi mente se desdibuja y solo me queda un recuerdo borroso.

Cabello negro. Vestido largo. Un collar y una sonrisa en el rostro.

Eso es lo único que consigo sacar del sueño. Y luego lo demás se ha ido.

Las puertas del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora