Levi, un famoso e influyente editor de Nueva York, está a punto de ser destituido de su cargo por negarse a un matrimonio arreglado. Para evitarlo, declara que está comprometido con su ayudante Eren Jaeger. Él está dispuesto a participar en la farsa...
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「Eren Jaeger」
Lo último que ví de Levi fue el cómo él desaparecía mientras se iba caminando fuera de la iglesia. Dejándome detrás, cubierto de dudas y con una multitud que miraba asombrada lo que acababa de ocurrir.
Mi pecho dolía, me dolía de solo pensar en que él se estaba alejando para casarse con alguien más, y que lastimosamente, yo no podría hacer nada para detenerlo.
Escuché a mi madre, a Mikasa y a mi abuela gritarme y regañarme por haberles mentido. Sin embargo, por mi mente solo pasaba la idea de ir detrás de él, para intentar detenerlo y efectivamente eso hice.
Corrí lo más rápido que pude hacia la habitación que habíamos compartido juntos durante éstos días, pero ya no lo encontré. Solo estaba el bonito traje que abuela le había ayudado a ajustar y junto a éste estaba mi manuscrito con una carta.
Tomé la carta y leí lo que esas bonitas letras decían:
"Eren, tenías razón. Esto es un manuscrito increíble. No te lo había dicho porque tenía miedo de perderte como asistente, y si, creo que fui muy egoísta. Pero déjame decirte que tienes un increíble talento. Compraré un ejemplar y le daré una muy buena reseña. Gracias por todo, Eren. Deseo que tengas una vida muy feliz, te la mereces.
-Con cariño, Levi."
Suspiré. ¿Quién se creía éste hombre? ¿Solo eso iba a decirme? ¿Cree que con eso es suficiente?
-Eren... -la voz de Armin me hizo salir de mis pensamientos, asustándome un poco.- ¿Cómo estás? -suspiró- Que locura... La gente no dejará de hablar de ésto.
Me importa una mierda la gente, pensé.
-Sí...
-Eren ¿Estás bien?
-Sí... No... ¿Sabes cuál es el problema? -Armin nego.- Mira el problema es que éste hombre es un dolor de cabeza, ¿Me entiendes? Primero yo sabía que se iba a casar, luego fue lo de la boda falsa, eso fue lo más estresante. Luego, deja solo esta carta porque no tiene la amabilidad o siquiera la humanidad de decírmelo en mi cara, y solo deja ésta estúpida carta -rompí la carta y la lancé hacia algún lugar mientras no dejaba de soltar todo lo que pensaba.- Tres años trabajé con éste terrorista y ahora se va así como si lo que yo sintiera por él no valiera nada, dejándome detrás como si yo fuera un desgraciado, maldito y putrefacto pedazo de mier-
-¡Eren! -gritó Armin para detenerme.- Está bien, entiendo tu punto.
-Lo siento es que... Es que éste hombre me vuelve loco...
