𝙫𝙚𝙞𝙣𝙩𝙞𝙣𝙪𝙚𝙫𝙚

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contenido adulto

A pesar de que ya se había pisado él solo, no se daba por vencido y continuaba negando toda acusación, mientras sus amigos se burlaban de él y de lo obvio que era.

—Donghyuck.

El moreno dejó de discutir con el menor de sus amigos y se giró para encarar a quien lo había llamado. Era el mismísimo Mark Lee, frente a él, frente a sus amigos, llamándolo.

—H-hola Mark —saludó.

—¿Qué haces aquí, hijo? —interrumpió el chino menor.

Mark rodó sus ojos y simplemente respondió:

—Vine a buscar a Donghyuck.

Todos en la mesa quedaron atónitos, con sus bocas abiertas, casi rozando el suelo, incluyendo a Donghyuck, quien miraba a todos lados, ¿acaso era una maldita broma?

—¿Qué es lo que necesitas, Lee?

—Quiero hablar de unas cosas contigo —respondió el mayor, sin ser más específico.

Donghyuck no sabía cómo reaccionar, Mark nunca le había ido a buscar, nunca había necesitado hablar con él, nunca habían mantenido una comunicación fuera de la habitación, en la universidad.

—Está bien, suéltalo.

Fingió tener confianza, pero moría de nervios, ¿qué tramaba Lee?

—En privado, Hyuck.

Los demás presentes solo se miraban entre ellos, sacando posibles conclusiones. Mientras Donghyuck trataba de actuar normal, sin saber por qué mierda estaba tan nervioso, simplemente era Mark.

—Bien, vamos —se levantó de la mesa y se dirigió a sus amigos—. Vuelvo enseguida.

El moreno siguió al mayor, que se dirigía a quien sabe dónde. Donghyuck intentaba alcanzar al otro, pero este caminaba a toda prisa, hasta que corrió a su lado y lo tomó del brazo, deteniéndolo de golpe.

—¿A dónde diablos vas? —el mayor le dedicó una sonrisa, para luego tomar su mano y arrastrarlo hasta la residencia.

El moreno simplemente rio y se dejó llevar por su compañero, cayendo en cuenta hacia donde se dirigían era a su habitación. Se adentraron a esta, y en el preciso momento en el que Donghyuck quería cuestionar a su compañero, este lo calló con un beso, dejándolo aprisionado entre la puerta y su cuerpo.

El peligris no se hizo esperar mucho para corresponder aquel beso que lo tomó por sorpresa, comenzaba a pensar que se había vuelto un adicto a los besos del canadiense, añadiendo que sus labios eran muy suaves y que él siempre era dulce.

—Creí que querías hablar —soltó el moreno al separarse para tomar aire, aunque sin alejarse demasiado.

—Hablo con el cuerpo —bromeó—. Hoy es el último día que te veré.

—No te oyes feliz. No me verás la cara por un buen tiempo, eso es algo bueno.

El menor bromeaba, sin ser muy consciente de la sonrisa que se cargaba y de como sus brazos se enroscaban en el cuello de Mark, mientras su mano acariciaba los cortos cabellos que asomaban en su nuca. Mark, por otro lado, no soltaba la cintura de su compañero, desde que lo había arrastrado allí, sus manos se convirtieron en unas cadenas, que no lo dejarían escapar fácilmente.

—No me pone feliz saber que tendré que recurrir a mis manos.

—Ugh, mejor cierra la boca, Mark —mientras el moreno ponía cara de asco, el mayor reía.

𝘋𝘰𝘯'𝘵 𝘊𝘳𝘰𝘴𝘴 𝘛𝘩𝘦 𝘓𝘪𝘯𝘦 ─ 𝙈𝘼𝙍𝙆𝙃𝙔𝙐𝘾𝙆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora