"Cielo rosa claro. Arriba en el techo
El sol va bajando sin toque de queda
20 preguntas. Nos decimos la verdad.
Has estado estresado últimamente.
Algo te dió el valor de tocar mi mano.
Es lindo tener un amigo..."
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Llevaba media hora hablando con mi hermana por teléfono. Su teléfono se lo iba a dar mañana cuándo me fuera a dejar al aeropuerto. Así que tuve que llamar a su esposo. Y por supuesto, le conté todo.
Estaba sola, eran más de la una de la madrugada e iba por mi segunda copa de vino.
—¿Y ya te escribió?
—No.
—Entonces escríbele.
—Mati, no. ¿Para qué?
—Mira, fue un beso nada más.
—No fue solo... eso — recosté mi cabeza en el respaldo del sofá y crucé las piernas sobre el — No sé. Me da cosa hablarle. Matilde, yo hice algo horrible y no me siento... mal. ¿Qué está mal conmigo?
—Hermanita — susurró con un suspiro — nada está mal contigo.
—¿Y entonces? Esto no tiene sentido.
—Ya sé que parece que no, pero relájate. No pienses en esto ahora. Arregla tus cosas, descansa y paso por ti en unas horas para llevarte a tu vuelo.
Me froté la cabeza con los dedos mientras mantenía los ojos cerrados.
—Bueno.
—¿Felipe ya llegó?
—No, dijo que tenía... — afuera, las luces iluminaron los ventanales y el sonido de las rueda sobre las piedras en el camino me avisó que sí venía — de hecho ya llegó, te dejo.
—No cometas una tontera, piensa bien las cosas Sofía Belén.
—Te veo mañana.
Me terminé lo último que me quedaba en la copa y me levanté, me acerqué a un espejo y me acomodé el pelo. Me olí y me sentí tonta porque me había bañado al llegar para ver si podía sacarme el perfume de Pedro de la ropa, pero parecía que lo tenía impregnado en la piel. Así que volví a retocarme de nuevo y cuando volví a la cocina, Felipe ya estaba entrando por la puerta.
—Mierda — dijo al verme — me asustaste.
—Buena, gracias — respondí con ironía — Hola amor como estás, como estuvo tú día. Que bueno llegar a casa contigo, te extrañé tanto — seguí ironizando hasta llegar a la cocina, tomé la botella de vino y me serví otro poco.
No pude evitar reírme cuando lo vi tirando su maleta al suelo y mirándome muy enojado. Porque no le gustaba que yo tomara.
