"Cielo rosa claro. Arriba en el techo
El sol va bajando sin toque de queda
20 preguntas. Nos decimos la verdad.
Has estado estresado últimamente.
Algo te dió el valor de tocar mi mano.
Es lindo tener un amigo..."
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Septiembre, 2021. Nueva York.
SOFÍA
—¿Cómo vas? — Oliver quien en teoría era como mi supervisor, entró a mi oficina después de tocar la puerta.
Estaba terminando de anotar un par de detalles para adelantar el día de mañana. Tenía una presentación importante para unos accionistas nuevos. Donna y Oliver Duncan, eran hermanos. Donna era la dueña en su totalidad. Oliver administraba el hotel cuando ella no estaba. Y yo administraba las cosas que Oliver me encargaba. Lidiar con algunos casos en recepción. Mi fuerte eran las ideas para marketing. En eso me había especializado y estudiado.
Administración de empresas y Hotelería. Con honores, debo decirlo. Nunca lo menciono en voz alta por lo que hacerlo en mi mente resulta algo bueno y divertido.
Llevaba tres meses trabajando en un prestigioso Hotel en medio de la ciudad de Nueva York, a dos cuadras de la estatua de la Libertad. Tenía buen horario y el trabajo no era pesado ni agotador. Me había hecho al ambiente muy rápido gracias a Donna. Que quien la viera no creyera que tenía 45 y que tenía dos hijos. Además de lo humilde que era y sencilla.
Salíamos casi todos los viernes por la noche y nos tomábamos algo mientras continuábamos nuestras conversaciones. Nunca había tenido una amiga que no fuera mi hermana, Donna hasta entonces era lo más parecido a una. Así que estaba agradecida de no estar... sola.
Felipe y yo, seguimos igual. A pesar de que fui muy clara con él en que quería este tiempo lejos de él, él seguía actuando como si fuéramos una pareja normal. Cuando me ponía a pensar en que yo estaba exagerando y que no podía tirar todo a la basura por un capricho, me acordaba de una foto que me había enviado Matilde con él y una rubia en su auto. Y entonces sabía que no era un capricho lo que me estaba pasando con Pedro y que Felipe necesitaba aterrizar en cuanto a lo nuestro.
En cuanto a Pedro, habíamos llevado todo con calma. Pero parecíamos unos niños. Unos adolescentes. Mensajeándose, diciéndose cosas graciosas o lindas. Un corazón, una carita sonriente. Una foto del ambiente en el que estábamos. Audios de WhatsApp, videos llamadas. Aunque a veces las hacíamos de día, en su mayoría eran por la noche. Sobre todo los fines de semana. Donde él tenía libre el sábado y el domingo para descansar de las vacaciones.
Se había cambiado por completo el Look, Joel, el personaje que estaba interpretando tenía algo de canas. A mí, en lo personal me encantaba y él estaba... muy emocionado por lo que estaba haciendo. Hablábamos por horas de eso y de muchas cosas más. Las conversaciones de madrugada terminaban cuando nos decíamos lo mucho que nos extrañábamos. Suspiros y silencio llenaban nuestras habitaciones separadas por la distancia. Era una sensación que no estaba dispuesta a explicar. Y él tampoco. Luego hacía bromas y nos despedíamos con calma.
