"Cielo rosa claro. Arriba en el techo
El sol va bajando sin toque de queda
20 preguntas. Nos decimos la verdad.
Has estado estresado últimamente.
Algo te dió el valor de tocar mi mano.
Es lindo tener un amigo..."
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29 de Junio 2021 Nueva York
PEDRO
Siempre he estado acostumbrado a actuar con calma. En alguna época de mi vida actué lleno de impulsos y decisiones apresuradas. Pero no me podía arrepentir de muchas de esas decisiones porque varias de ellas me llevaron a donde estoy.
Sofía... Sofia Sofía, Sofia.
Por más que intentara no me la podía sacar de la cabeza. Me sentía un tonto porque, estando en la cúspide de mi carrera debería estar completamente concentrado en seguirme esforzando en hacer lo que amaba. Pero ella me... me distraía. Y resultaba que me gustaba. Me gustaba mucho.
Mi hermana me llamó cuándo iba camino al departamento de Sofía. Cuestionándome una y otra vez sobre si estaré haciendo lo correcto.
—Te escucho cabizbajo hermanito — susurró Lux — ¿Todo anda bien por ahí?
—Sí, sí...
—José Pedro, ¿Qué pasa? ¿Es por la foto que de la que andan hablando? Tu mismo me dices que ignore esas cosas cuando pasan. Es tu vida, tu haces con ella lo que quieres.
—Si es por la foto, pero más por la foto es por ella.
—Sofía — Lux murmuró y pude imaginarme su sonrisa burlona.
—Sofía — repetí sonriendo sin poder evitarlo.
—My big brother. Si sientes el cosquilleo, no lo dejes pasar.
—A penas la conozco Lux y mírame, buscando concejo con mi pequeña hermanita.
Ella se rió.
—Así de rara es la vida.
—Te cuelgo, tengo que hacer.
—Ok. Cuídate ¿Vale? Y sigue tus instintos hermano, tu carrera y no tiene que posponerse por el amor. Ya me cansé de repetírtelo. Tú necesitas a alguien que te cuide, que te comprenda y te acompañe. Ya no te sigas quedando más solo.
—No estoy solo.
—Lo sé, te amo hermanito. Llámame cuando llegues a Canadá.
—Of course.
Una vez que corto paso rapidito para adentro tratando de que nadie me mire mucho rato. Atravieso el vestíbulo y subí las escaleras hasta el departamento 27.
Me sacudí el pelo un poco nervioso y toqué dos veces la puerta. Había pasado a comprar un vino. Ella abrió cuándo estaba cambiando el vino de mano.
—Hola — dije mirándola detenidamente, cada parte de ella hasta detenerme en sus ojos.
—Hola — ella respondió haciendo ese gesto dulce al esconderse un mechón de pelo tras la oreja. Sus mejillas se pusieron rojitas cuando apartó la mirada y noté, como buen observador que era, que no traía anillo — Adelante, pasa. Hace frío.
