El solitario entrenador del Monte Plateado

630 32 10
                                    

Habían pasado siete años desde la victoria de Red en la meseta añil

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Habían pasado siete años desde la victoria de Red en la meseta añil. 

Cualquiera esperaría que las cosas se volverían más emocionantes a partir de ese momento, pero la verdad era que, una vez alcanzado el título de campeón, no había mucho más que hacer. 

Red pasaba sus días librando  batallas mediocres, haciendo viajes sin sentido y capturando pokemon por el mero capricho de completar la pokedex, meta que finalmente terminó alcanzando.

El ánimo de iniciar un nuevo día fue descendiendo poco a poco.

Harto de la monotonía, Red terminó por aislarse en el Monte Plateado, esperando así encontrar contrincantes más interesantes.
En ocasiones sí  que lograba enfrentarse a entrenadores bastante talentosos. Sin embargo, el resultado siempre era el mismo: Ganaba. Y era aburridísimo.

Su última batalla interesante la había tenido hace 7 años, en la meseta añil.

Recordaba melancólico la sonrisa del que en ese entonces era su rival. Esa sonrisa que tantos dolores de cabeza le había causado, pero también adrenalina, emoción... Y muchas cosas más.

«Fuiste mi último gran reto.»

Estaba enfrascado en estos recuerdos, cuando ese día llegó a la montaña un chico peculiar.  A primera vista, Red pensó que el muchacho estaba siendo demasiado ingenuo al retarlo. Intentó convencerlo de irse, pero el testarudo niño de ojos dorados no paraba de insistirle. Al final terminó accediendo.

Resultó que aquel muchacho de nombre Gold  era  en realidad, muy habilidoso. La comunicación y sincronía que tenía con sus pokemon simplemente fascinante de ver.

Aquella batalla fue una de las más emocionantes que Red había tenido en mucho tiempo. Le fue inevitable recordar esos días en donde era un joven entrenador, lleno de ilusión y con toda una aventura por delante.

Todos estos pensamientos le hicieron distraerse en un momento clave de la batalla, lo que le costó ver a Pikachu caer víctima de una llamarada de Thyplosion.

—¡Si! ¡Lo logré, vencí al mejor entrenador del mundo!— Celebró el chico de los ojos dorados al ver caer al último pokemon de su rival.

El muchacho daba saltos sobre la nieve, abrazando a Thyplosion.

—¿Qué sigue? — Preguntó Red avanzando hacia el.

Gold lo miró boquiabierto.

—¡¿Estás hablándome?! Pensé que eras... mudo.—Dijo sorprendido.

—No suelo hablar con cualquiera, pero tú me has dado una batalla que difícilmente olvidaré. —Respondió Red, colocando una mano sobre el hombro de su retador. —Así que dime. Ahora que me has vencido, ¿Qué es lo que sigue para ti?

El chico se quedó pensativo. Luego respondió:

—Supongo que iré a casa y descansaré un rato. Luego, tal vez viaje a otra región, haré amigos y atraparé más pokémon.—Dijo echando las manos detrás de la cabeza, sonriendo satisfecho.

Su respuesta enterneció al joven campeón de 17 años, quien finalmente lo despidió con un gesto. Luego, con paso firme, comenzó a caminar hacia un sendero iluminado de la montaña nevada.

—Oye, ¿Y a dónde irás tú?— Le preguntó Gold, sosteniendo su gorra para que no se la llevara la brisa.

—Has debilitado a todo mi equipo. Necesito  ir al centro pokemon.

—Ya veo... ¡Pero no puedes atravesar la montaña así sin más! Aquí  tengo medicinas y revives, puedes usarlos si quieres. 

Gold ya estaba sacando de su mochila un arsenal de medicinas y bayas de todo tipo, pero al voltear se dio cuenta de que el campeón había desaparecido. Solo había remolinos de nieve en su lugar.

—O puedes usar la cuerda huida...

Thyplosion aprovechó y se comió varias de las bayas que Gold había sacado de su mochila.

________________

Red descansaba en la sala de espera del centro pokemon, cuando quiso aprovechar el momento para revisar su correspondencia electrónica. Trataba de hacerlo al menos una vez a la semana, aunque a veces dejaba pasar hasta tres.

Al acceder a su correo, le sorprendió ver que uno de los mensajes era del profesor Oak. 

"Red, querido muchacho, espero te encuentres bien y que estés viviendo muchas y emocionantes aventuras. Te escribo porque algo interesante aconteció en Pueblo Paleta y necesito de la colaboración de los entrenadores más fuertes. Si te es posible, me gustaría contar con tu ayuda. Ya le he escrito a Green y ha confirmado su asistencia. Espero tu respuesta.

Oak

PD: Si tienes alguna duda, no dudes en escribirme. Trataré de responder lo más rápido posible."

Red se quedó con la vista fija en el monitor.

No había visto a Green en siete años. ¿Cómo reaccionaría al verlo de vuelta? Seguramente Green lo saludaría con esa sonrisa cretina y encantadora, elevando su brazo al aire y... Red se avergonzó un poco al sentir su corazón acelerarse.

<<... Lo volveré a ver.>> 

Red no perdió más tiempo y respondió al correo.

"Buen día profesor. Llegaré mañana.

PD: ¿Qué era eso que tanto le gustaba comer a Green? Pregunto por mera curiosidad."

—Sus pokemon están en plena forma.—Exclamó la enfermera Joy asomándose por el aparador. —Cuando guste puede recogerlos. ¡Muchas gracias por su visita!

________________________________

¡¡Gracias por leer!! Esta historia ya tenía mucho tiempo acumulando polvo en mi carpeta de Drive, y pensé que ya era hora de desempolvarla. Espero les guste :)

La falla de RedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora