Encuentro inesperado en Pueblo Caoba

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¡¡Holaaaa!!

Espero estén teniendo un inicio de año genial :D

Este capítulo lo iba a subir hace tiempo, pero quería actualizar primero mi otra historia porque ya tenía demasiado tiempo en pausa :'3 

¡Espero que disfruten de este capítulo! Es mucho más relajado que los últimos tres jaja por si necesitaban descansar del drama.

Muchas gracias por sus votos y comentarios!!! Los aprecio muchisisísimo!! <3

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Cierto día, un chico de semblante alegre y ojos ocre, casi dorados, caminaba tranquilamente por el pueblo Caoba

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Cierto día, un chico de semblante alegre y ojos ocre, casi dorados, caminaba tranquilamente por el pueblo Caoba.

Había acordado de verse con el profesor Elm en el lago de la Furia, y pensó que sería buena idea aprovechar para comprar un par de repelentes en la tienda del pueblo.

Iba acompañado por su Aipom, a quien había apodado Ataro.

—¿Qué querrá el profesor?—Se preguntaba el chico, mirando al cielo con apatía. —Espero que no me pida que cuide otro huevo.

—Aipooom.

—Si, seguro que es eso Ataro. Debe querer que eclosione otro huevo. —Dijo el chico entre un bostezo. —Aaah que pereza...

Aipom dio un brinquito, tratando de animar a su entrenador a continuar caminando. Juntos siguieron su marcha hasta llegar a la tienda.

Al entrar, el olor a madera y canela se hizo presente. La duela crujía con cada paso que el chico daba, junto con el rechinar de las puertas de una repisa antigua, en donde un joven ayudante estaba acomodando varios objetos.

Era un sitio muy acogedor. Nadie creería que hace apenas un par de años servía a manera de guarida para el Team Rocket.

Frente a él estaba la dueña de la tienda. Una viejecita muy amigable y trabajadora.

En ese momento barría la losa de madera, al son de una canción que estaba tarareando.

—¡Buenos días señora! —Saludó el joven entrenador, esbozando una sonrisa amable.

—Buen día Gold. —Le saludó de vuelta la viejecita, sin dejar de barrer. —Me da gusto verte por acá. Hacía tiempo que no venías.

—Si, ha pasado tiempo. —Gold volteó a los alrededores, notando que la tienda había sido redecorada. —Me gusta el nuevo estilo.

—Gracias hijo. Ya no se siente como el escondite de una élite malvada ¿verdad? —Dijo la señora, pausando sus labores y poniendo una mano en sus caderas, orgullosa.

Gold negó divertido.

—No, definitivamente ya no.

—Y dime, ¿qué vas a llevar hoy? Tengo descuento en pociones.

La falla de RedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora