El gato y la Luna

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     Todo el día había sido gris, el cielo tan sólo se despejó  al anochecer. La Luna, tan brillante, apareció hoy a las 9 de la noche. Mi gato se asomó curioso a la ventana, hipnotizado por su brillo maullaba en melodía.
     —¿Qué estás viendo, Panterita? —cuestioné consciente de que no obtendría respuesta.
     El se limitó a voltear a verme, para volver a ver a la Luna. Parecía intentar señalarme algo.
     Me sorprendía la inteligencia de ese felino, era superior a la de cualquier animal, incluso a veces, tenía comportamientos humanos.
     Me dirigí junto a él para ver lo que intentaba mostrarme.
     —Oh, ya veo —vi varias siluetas pasar volando en contraluz a la luna.— Es tu madre, ¿Cierto? —señalé una de las siluetas que se detuvo, suspendida en el aire sobre su escoba observando mi ventana.
     Panterita asintió con un movimiento de cabeza.
     —La extrañas, puedo notarlo. Has sido bueno conmigo, es momento de devolverte el favor.
     Abrí la ventana.
     —Puedes marcharte, vuelve a visitarme siempre que desees —acaricié su cabeza mientras se refregaba a mi cuerpo.
     Saltó por la ventana y se convirtió en una esfera de luz, se elevó hasta aquella bruja y volvió a su forma original reposado sobre su hombro.
     Saludó a lo lejos aquella bruja, y aunque no veía su rostro, sabía que sonreía.
     —Adiós —dije a sabiendas que no me oiría

Sic parvis magnaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora