Cuando vio Turan desde el cielo, Jimin se quedó sin aliento. La isla, con sus playas de arena blanca, era una joya en medio del Mediterráneo. Y, situado sobre un acantilado, había un enorme edificio de piedra que parecía dorado a la luz de la tarde.
-Es precioso.
Precioso y salvaje, pensó. Como su dueño. A pesar de la sofisticación de Jungkook, en él había algo crudo y casi primitivo que lo atraía a un nivel primario. Algo que no había sentido nunca hasta que lo vio bajando la escalera de su casa.
El vuelo había sido tenso, al menos para él. No porque no le gustasen los hombres o no hubiera sentido deseo sexual alguna vez, claro que sí. Sencillamente, no lo había llevado a la práctica. La idea lo hacía sentir como si estuviera al borde de un ataque de ansiedad. La intimidad sexual, abrirse a alguien de esa manera, exponerse y posiblemente perder el control, lo aterraba. Y, sin embargo, algo en Jungkook despertaba una curiosidad que le hacía olvidar el sentido común.
-Gracias -dijo él-. Yo creo que Turan es uno de los sitios más bonitos de la Tierra.
El avión empezó a descender, sobrevolando un valle donde pastaba libremente el ganado.
-¿Hay industria ganadera en Turan?
-No es la más importante del país, pero el ganado es muy apreciado en los mercados europeos porque se alimenta de manera natural, ganadería orgánica lo llaman ahora. Por supuesto, siendo una isla, el pescado es la industria primordial para la mayoría de la población.
Él asintió con la cabeza.
-¿Cuáles son tus obligaciones como príncipe?
-Soy algo así como un ministro de exteriores. En los últimos cinco años, he conseguido aumentar el turismo casi un cincuenta por ciento. Con los nuevos casinos de lujo y las reformas de algunos de los pueblecitos históricos, Turan se ha convertido en un destino de vacaciones muy popular para los ricos.
Jimin arqueó una ceja.
-De modo que eres más un hombre de negocios que un príncipe.
-Se pueden ser las dos cosas. Tal vez en otra vida hubiera sido empresario, pero en ésta me limito a cumplir con mis obligaciones. Tengo negocios privados, pero el deber hacia mi país es lo que más me importa. Me educaron para pensar que el deber era lo primero, antes que yo mismo.
El deber era lo primero. ¿Significaba eso que él tenía el deber de darle un padre a su hijo? Jimin habría dado cualquier cosa por haber tenido un padre que lo quisiera, que lo protegiese. ¿Tenía derecho a robarle eso a su hijo? Especialmente, un padre que podría darle todo lo que él hubiese querido.
El avión aterrizó y, mientras bajaron por la escalerilla, Jungkook lo tomó del brazo, pero manteniéndose a cierta distancia y a Jimin le pareció bien. Seguía turbado por el extraño efecto que ejercía en su equilibrio. Era como si su autocontrol se hubiera ido de vacaciones y su cuerpo estuviera buscando cosas que nunca antes le habían parecido importantes.
Sí, mejor eso que tocarlo como lo había hecho en su casa. Aún recordaba el escalofrío que sintió cuando pasó el pulgar por sus labios y no quería volver a sentir algo así.
En la pista los esperaban cinco personas dispuestas a ocuparse del equipaje. Jimin había llevado sólo una maleta porque pensaba volver a Seattle en un par de días, pero, al lado del lujoso equipaje de Jungkook, las diferencias entre ellos quedaban bien claras.
Una limusina negra los esperaba a pie de pista y, de repente, Jimin se sintió un poco abrumado por tanto lujo.
Aunque, en realidad, él estaba acostumbrado al dinero. Durante su infancia, antes de las tragedias que destrozaron a su familia, habían vivido lujosamente en una casa rodeada de un precioso jardín. Incluso ahora, su sueldo era más alto que el de la mayoría de la gente, aunque era ahorrativo y prefería no hacer gastos superfluos.
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Casado con un Príncipe Adapt. Kookmin
FanfictionJimin anhela ser padre, lleva tiempo intentado quedar embarazado por inseminación artificial, ya que su idea de vida, no es atarse a una pareja, simplemente desea tener un hijo a quien cuidar y amar con todo su corazón, la noticia finalmente llega y...