Capítulo 10

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-El embarazo se empieza a notar- Jungkook abrazó a Jimin por detrás mientras él se miraba al espejo.

-¡Justo lo que un embarazado quiere escuchar!

-Es muy sexy -riendo, Jungkook besó su cuello-. Tienes que saber lo sexy que eres.

Lo sabía. Él se lo demostraba cada noche y había sido una revelación. Había descubierto una parte de sí mismo que no conocía, una parte que llevaba demasiado tiempo intentando esconder. Pero podía hacerlo, podía entregarse a él en la cama y cuando salían de ella era el mismo de siempre. No iba a enamorarse de Jungkook.

-El sentimiento es mutuo. Y pienso obligarte a cumplir tus votos.

-Lo haré, Jimin.

-Millones de personas hacen votos matrimoniales todos los días, pero eso no garantiza que los cumplan.

Él asintió con la cabeza.

-Tal vez, si Minwoo hubiese hablado conmigo, no nos habríamos alejado el uno del otro. Aunque, al final, salvar nuestro matrimonio no habría cambiado nada.

-No habrías podido salvarlo, aunque hubieses querido, Jungkook. Fue un accidente.

-Pero él dependía de mí, debería haberlo intentando...

-Y lo intentaste, seguro.

-No, me sentía frustrado y trabajaba muchas horas. Lo dejaba solo durante mucho tiempo.

-Eres una buena persona, Jungkook -intentó consolarlo Jimin-. Y vas a ser un buen marido y un padre maravilloso. En mi trabajo he visto más matrimonios destrozados de los que quiero recordar, pero nosotros vamos a casarnos por una razón importante.

-El niño

-Jungkook puso una mano en su vientre.

-Siempre tendremos en común a nuestro hijo.

-¿Y eso es suficiente para ti?

-Tiene que serlo, ¿no?

Él asintió con la cabeza.

-Sí, claro.

-Entonces ya está. Esto va a funcionar por nosotros y por nuestro hijo. Vamos a ser una familia, eso es lo único que importa. Cuando haga mis votos, los haré de corazón.

Jungkook intentó ignorar la vocecita que lo regañaba por permitir que aquel chico se conformase con mucho menos de lo que merecía.

Pero cuando Jimin le echó los brazos al cuello pensó que tal vez era suficiente. Él haría todo lo que estuviera en su mano para que lo fuera.

-¿Jimin? -lo llamó Jungkook unas horas después.

-¿Sí? -murmuró, medio dormido.

-Quiero enseñarte una cosa.

-Bueno, supongo que tarde o temprano tendremos que levantarnos de la cama.

-Sí, yo creo que sería aconsejable -bromeó él.

Habían pasado gran parte de la mañana en la cama y Jimin se sentía contento, pero no saciado. Nunca se saciaría de él.

-Muy bien, pero tienes que darme de comer. Estoy hambriento.

Después de vestirse, salieron al jardín y Jungkook lo llevó hasta una casita blanca sobre un promontorio desde el que podía verse la playa. Evidentemente, había sido construida años antes que la casa porque las parras y la madreselva crecían por todas partes.

-Es un sitio precioso.

-Es una de las razones por las que elegí esta isla -le contó Jungkook-. La luz natural del interior es asombrosa -dijo luego, sacando una llave del bolsillo del pantalón.

Casado con un Príncipe Adapt. Kookmin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora