Capítulo 5

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Una sensación de triunfo, y una sensación opresiva en la garganta sospechosamente parecida al nudo de una soga, asaltaron a Jungkook en ese momento.

Era necesario, era lo que debían hacer. La única manera de poder reclamar a su hijo como heredero. Y la única manera de tener a Jimin.

La idea de tenerlo hizo que su entrepierna despertase a la vida de una manera elemental, primitiva. Lo deseaba con una ferocidad que le resultaba desconocida.

Lo habría deseado, en cualquier caso, pero la intensa ansia de tenerlo, de entrar en su cuerpo y unirse a él, eso tenía que estar conectado con el embarazo porque no lo había experimentado nunca. Había experimentado deseo, el más básico que no tenía nada que ver con la emoción, y había estado enamorado. Pero nada de eso se parecía a lo que sentía por Jimin.

Podría satisfacer su deseo por él sin casarse, pero el matrimonio era necesario para tener la clase de relación que él quería tener con su hijo y la única manera de darle todo lo que merecía.

-Pero acepto casarme contigo con ciertas condiciones -siguió Jimin, muy serio-. Estoy de acuerdo en que el matrimonio es la mejor solución, pero no esperes que vaya a acceder a todas tus demandas.

-Apenas te conozco, pero ya estaba seguro de eso -bromeó él.

Jimin tropezó al saltar de la cama y, de inmediato, él lo sujetó tomándolo por la cintura. Su respuesta fue inmediata y fiera al ver el brillo en los ojos de color cobre, sus labios entreabiertos. Qué fácil sería inclinar la cabeza y...

Pero Jimin se apartó de inmediato.

-No me encuentro bien.

-¿Y te ocurre todos los días?

-Sí, casi todos. A partir de la cuarta semanas empezó a ser horrible.

-¿De cuánto tiempo estás? -le preguntó Jungkook.

-De siete semanas.

Casi de dos meses. Sólo faltaban siete para tener a su hijo o hija en brazos.

El estómago de Jimin seguía siendo plano y se preguntó si su pecho también sería así siempre o crecería debido al embarazo. Algo primitivo y desconocido para él hizo que se sintiera orgulloso al imaginarlo con el vientre hinchado.

Orgulloso y excitado. Nunca se le había ocurrido pensar que las personas embarazadas fueran sexys, pero podía imaginarse a sí mismo pasando las manos por el vientre desnudo de Jimin, sintiendo a su hijo moverse.

-El niño nacerá en octubre.

Había oído que los embarazados tenían un brillo especial, pero no lo había visto hasta aquel momento. El rostro de Jimin se iluminó con una sonrisa secreta, íntima, que parecía darle luz a su rostro. La felicidad que veía en sus ojos era increíble y le recordó de nuevo por qué casarse con él era lo mejor. Sería un buen padre, estaba absolutamente seguro de eso.

-Estás muy contento.

-Pues claro que sí.

-Tendremos que organizar la boda antes de que el embarazo empiece a notarse.

Jimin se mordió los labios, inseguro y frágil por primera vez.

-Sí, pero como te he dicho antes, hay ciertas condiciones para ese matrimonio.

-¿Qué condiciones?

-Por ejemplo, no quiero que nuestro hijo vaya a un internado. Quiero estar con él el mayor tiempo posible y que tenga una infancia normal, sin niñeras ni caprichos. No quiero que sea un niño malcriado.

Casado con un Príncipe Adapt. Kookmin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora