Capítulo 12

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Había comprado el vestido ya. Este era blanco con un tono beige en la parte inferior. Era de cuello, lo cual me hacía sentir algo ¿Segura?. No era largo, estaba justo a la medida, aunque los odio, este vestido me hacía sentir...cómoda. Como dije, lo iba a adaptar a MI estilo, así que, lo acompañé de unos Converse negros de bordes blancos y listo.

***

-¡Sí, mamá! Ya voy...ca-ca-s-si termino.

Mi cabello estaba bien rebelde, mas de lo normal diría yo. No iba a estresarme por eso así que opte por una simple y sencilla coleta alta, ¡Y listo!

-Estamos retrasados, Ciara. ¡Jorge, tú también apúrate!

Oh, madres.

Salí sin el más mínimo apuro. Últimamente estaba muy pasiva, ¿Eso es bueno o malo? No lo sé, pero estaba sucediendo.

Iba poniéndome un poco de labial para encajar, mientras que Jorge se echaba el último toque de perfume.

Por un lado me sentía incómoda porque ¡era un vestido! eso me hacía sentir las piernas demasiado... liberadas!; y por otro lado no, pues, me sentía yo a pesar de usar ''esto''.

Íbamos rumbo a la casa del tío Jack.

-Creo que es por aquí.

-No, yo creo que es por la derecha, cielo- sugirió mamá.

-No, ya lo recuerdo. Es por aquí ; Mira la lámpara de la esquina, ¿La recuerdas? -dijo papá mientras conducía ligeramente inclinado hacia delante.

-Oh, sí.- recordó mamá- La vez que nos quedamos sin combustible y logramos llegar a la casa del tío Jack, pero no nos abrió al instante. Creo que estaba borracho, y tuvimos que esperar ahí debajo de la lámpara hasta que alguien nos diera una mano.

-Profundo recuerdo, mamá- habló Jorge.

-Oye, ¿me prestas tu teléfono?- dije casi a susurros, no sé porqué, pero a susurros.

-¡No! ¡Suéltalo! ¿Dónde está el tuyo?

-Lo dejé.

-Ni siquiera usas tu propio teléfono. ¿Para qué quieres el mio?

Era cierto. No solía usar mi celular. No sé porqué, pero era así. No sentía una ''atracción'' por ello. Pero sí por el de Jorge. Quizás porque ... me gustaba molestarlo. Era mi pasatiempo, creo.

Nos parqueamos una esquina antes de la casa.

El ambiente era agradable, según podía percibir desde donde me encontraba. Saludamos a varias personas que se encontraban en la sala principal y nos detuvimos a firmas una hoja que había en una pequeña repisa. Mientras esperaba mi turno, miraba mi alrededor.

La última vez que había visitado esta casa fue cuando tenía 8 años, y según lo que recuerdo, me la pasaba correteando en la enorme casa con una chica; creo que era mi prima. No me acuerdo de su nombre, pues siempre se me ha hecho difícil memorizarlo.

Firmé y seguí adelante. Me coloqué al lado de Jorge. Ya papá y mamá se habían alejado para saludar a los demás invitados.

-Ni te atrevas a dejarme sola- advertí.

-Si tuviera con quien irme, lo haría- dijo mientras tecleaba su dichoso celular.

Jorge y yo nos sentamos en un mueble para dos. Estabamos a unos 7 metros de la entrada, por lo que tenía el ''honor'' de ver quién entraba y salía por la misma.

Fuí por una bebida, para inflar mi trasero de tanto tiempo sentada.

-Ahmm.. ¿tienen piña colada?- pedí algo básico y delicioso para mi gusto.

-Claro.- respondió el bartender.

-Dos, por favor.

Mientras esperaba, me giré quedando nuevamente frente a todo lo presente.

Hacía pequeños pasos con el pie derecho al ritmo de la música, y luego lo combiné con mi mano izquierda ¡Vaya forma de distraerse!

-Aquí tiene, señorita.

-Muchas gracias- agradecí igual.

Caminé hacia donde estaba Jorge y me senté. Le dí su bebida y este, como se suponía, volvió a su rutina : teclear y teclear...

Mientras le daba un, no, dos, tres sorbos a mi bebida, miraba hacia la entrada. ¡Era como inevitable mirar hacia allí! Tus ojos automáticamente se enfocan allí por los movimientos constantes de las personas.

Aún había gente llegando, no paraban de llegar. Inesperadamente algo me detuvo el tiempo, algo me hizo escupir la bebida que ya había absorbido, algo me hizo quedar en shock, por lo que Jorge rápidamente notó mi extraña reacción y por ende, me hizo reaccionar.

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