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Estaba en mí oficina revisando unas fotos que tomé hace poco, habían acabado mis vacaciones de dos meses y volví al trabajo.

A levantarme nuevamente a las siete.

Que desgracia.

Seguí revisando mí nuevo trabajo, las edité solo un poco y listo.

Ya estaban perfectas para la revista.

El sonido del intercomunicador me sacó de mi trabajo un rato. Era mi secretaria; Hannah.

—¿Que sucede, Hannah?— pregunté.

—Una señorita está aquí afuera. Dice que tiene que atenderla.

—Estoy ocupada, dile que vuelva cuando tenga cita.

—¿Con qué cuando tenga cita, Manobal?— escuché la voz de Jennie y mi cuerpo se congeló.

—Eh, Jen, pásame a Hannah un rato.

—Sí, Dígame, señora Manobal— dijo mi secretaria.

—Haga pasar a Jennie. Pero rápido. Ah, y cuando venga a visitarme, déjela pasar. No necesita permiso.

Jennie entró a mí oficina y se me quedó mirando.

—¡Cita! ¿En serio una cita?— Preguntó con burla. —¡Ven aquí!— me llamó y caminé hacia ella temblorosa.

—No sabía que eras tú— excusé.

Ella sonrió y me besó.

No sé en qué momento pasó, pero ahora mismo estaba sentada en mi silla giratoria y Jennie saltaba sobre mi, gimiendo y totalmente sudada.

—Oh, sí…— dije, tomándola de las caderas y metiendo mi pene mucho más dentro de ella. Estoy segura que la Pobre Hannah ya nos ha escuchado, creo que todo el edificio.

Una vez terminamos, solamente seguíamos besándonos desesperadas, aún desnudas, y Jennie encima mío.

—No puedo esperar el día para que seas mí novia— susurré.

Jennie dejó de hacer lo que hacía.

—¿Podemos?

—¿Quieres?— devolví la pregunta.

—Sí, sí lo quiero— soltó besándome.

Por fin.

Jennie, mí novia.

Espero esto nos dure para siempre.

Hasta la muerte.

Y literal, nos duró hasta la muerte.





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Llegué a casa dando saltos de emoción.

Rosé me veía sonriendo.

—¿Y tú, que pasó?

—¡Jennie! ¡Jennie es mí novia!— dije totalmente feliz.

—¡Oh Por Dios! ¡Felicidades!— me abrazó. —¡Ya quiero verlas casadas!

Sonreí.

Pero algo faltaba aquí.

O alguien.

—¿Y Freen?— pregunté de nuevo.

—Esta en su casa. Le dije que venga y dice no se siente bien— dijo. —Lisa… Tú, antes de conocer a Jennie… ¿Te… te gustaba… Becky?— esa pregunta me cayó como valde de agua fría.

—¿QUÉ? ¿QUIÉN TE DIJO TREMENDA MENTIRA, ROSÉ?— exploté. —Ay, Dios mío, ayuda que me desmayo— dije, siempre he Sido muy, pero muy dramática.

—¡Cálmate! Alguien le ha dicho a Freen que estás enamorada de Becky y que por eso nunca te alegras cuando pasa algo nuevo entre ellas dos— contó. —Incluso envío un audio tuyo diciendo eso y también diciendo que no quieres verla jamás. Ella dijo que no te lo dijera pero pareces algo triste por no verla aquí y yo sé que no harías eso, por eso te lo estoy diciendo.

—¿Por eso se alejó de mí, cierto?

—Se sintió mal porque nunca se lo dijiste. Ella creyó que no querías verla— dijo Rosé.

—Iré a su casa ahora mismo.

Salí casi corriendo de mí departamento, las tres vivíamos en el mismo edificio, que por cierto, era de mi propiedad. Mientras que yo vivía en el piso 23, el último, Freen vivía en el piso 19 y Rosé en el piso 17, no había mucha distancia, es por eso que se les hacía muy fácil venir a verme.

Una vez estuve frente su departamento, toqué la puerta algo desesperada, ella abrió la puerta y me quedó mirando. Tenía ojeras, su cabello hecho un desastre y parecía un vagabundo, si te soy sincera.

Ni yo estaba así cuando mi ex me vio la cara de idiota.
Así no se debería ver la modelo principal de mí empresa.

Porque si, Freen era la modelo principal de mí empresa de modelos, junto con Rosé, las dos aparte de modelar para mí, también lo hacían para Dior, Louis Vuitton, Prada y Celine, en Celine yo soy embajadora, ya que también soy modelo.

Ahora ya saben porque me pudro en dinero. Ah, yo amo la plata.

Abracé a Freen fuertemente.

—Es mentira todo, Freen. No sé de dónde salieron, lo juro. Pero por favor perdóname si hice algo mal aparte de la mentira esa, eres mi mejor amiga, yo te amo, te quiero demasiado, sin ti mi grupo no es completo… Por favor, Freen, no creas eso. Por favor… Te lo pido— rogué en el abrazo.

Freen me dió una sonrisa apagada.

—No sé quién te tiene tanto odio como para hacer eso. Pero te perdono por algo que no hiciste— soltó una risita, devolviéndome el abrazo.

Sonreí enormemente y la abracé de nuevo.

—¡Ah! ¡Estoy muy feliz!— dije.

—Aparte de reconciliarte conmigo. ¿Que más? Se que no te pondrías tan feliz— bromeó. Se me quedó mirando un rato. Se tapó la boca. —¡Estas enamorada!

Asentí.

—¿Quién?

—Jennie— dije. —Ya es mí novia.

—¡Dios, que bueno! Me alegro mucho— sonrió feliz. —Perdón por no estar contigo, Lis. Pero no importa, ¿Como se lo pediste?

—Se lo pedí una vez terminamos de hacer el amor, creo que fue una propuesta horrible pero no importa porque ya es mi novia, no puedo esperar a que sea mi esposa…

—Hey, alto ahí— me dijo con burla.

Siempre fui sincera con ellas.

Porque son mis amigas.

Y daría mi vida por ellas.

Y ahora más por Jennie.

Por mí novia.

—O sea que te comiste la torta antes del recreo. Estoy muy feliz por ti.

—¿Y tú con Becky?— Pregunté, sentándome en el sofá.

Ella sonrió un poco.

—Dijo que le gusta alguien, me dijo su nombre, aunque es un poco raro— dijo Freen.

—¿Cuál? A ver si te puedo ayudar— alenté.

—Ella dió una pista. Dijo que su nombre empieza con T y termina con Ú, me parti la cabeza pensando— contó.

Mm.

Si, que raro nombre.

T…Ú…T…Mm

T y Ú....

Quién…

Miré a Freen y ella estaba pensando.

Y algo vino a mí cabeza.

¡Tú! ¡Ella te tiro una indirecta a Freen y la muy idiota no se dio cuenta! Ambas nos miramos con la boca abierta.

—¡Lisa!

—¡Freen!

Nos llamamos una a la otra dándonos cuenta lo que pasaba.

Y Pum.

La Última Rosa Roja - JenLisa G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora