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Mis amigas, próximas por ser ex amigas, y mí novia, próxima a ser ex novia, estuvieron insistiendo en mí casa como por seis horas y después se fueron.

Pues ya había pasado dos semanas después de eso. Obviamente había ido a casa de Jennie mientras ella trabajaba a dejarle la rosa que representaba mí amor por ella.

Pues yo no iba al trabajo, mi hermana Soyeon estaba sustituyendo a la jefa mientras yo estaba en mí casa, y es que no he querido toparme con mis amigas ni con mí novia, he cerrado puertas y ventanas en mí departamento para que no tuvieran oportunidad de entrar.

Incluso compré un celular nuevo para que dejen de llamarme y destruí el mío.

Quería hacerlas pagar un poquito, hasta a mí novia, que se burló también.

Pero no por eso iba a dejar de regalarle rosas, porque como dije, las rosas representan mí amor hacia ella, y si dejaba de dárselas, significa que ya no la amaba.

Y en fin.

Les diré algo y es que no me gusta que Jackson se acerque a mí novia. Yo sé que el siente algo por ella y dónde me entere que intentó hacer algo sin permiso de mí novia, van a llover partidas de caras.

Y es que también me han llegado amenazas. Pensé que eran bromas de parte de mis ex amigas, pero luego me di cuenta que definitivamente, no eran ellas.

No sé de quienes son la verdad.

Algunas dicen; "Me haz robado lo mío. Yo mataré lo tuyo" o cosas como "Morirás pronto, cuida tus espaldas", 'Si no me devuelves lo mío, te mataré a ti y lo que más amas".

No me asusta.

Parece falso sinceramente y no lo tomaré en cuenta.

Y decidí salir de mí casa a despejarme un poco.

—¡Lisa!

Escuché a lo lejos.

—¡Lisa!

Me giré y las vi.

Mis amigas y mí novia. Sonreí un poco y ellas corrieron hacia mi. Las extrañaba un poco la verdad así que deje que me abrazaran.

Solo eran Rosé y Freen con mi preciosa, hermosa, guapa, Linda y bella novia.

Freen y Rosé porque son mis amigas, literal, desde fetos y Jennie porque es mi novia y la amo con todo mi corazón.

Hace dos meses, yo jamás pensé que el mensaje de la random que me escribió se volvería mi cosa favorita, y mi amor.

La chica a la que amo con mi alma y corazón. Y les digo una cosa.

Daría mí vida por ella.

Pero bueno, sentir su hermoso cuerpo de nuevo me hacía muy bien.

Y claro, a mis amigas también.





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Me senté a lado de Jennie, era de noche y ella contó que se había enfermado hace algunos días, que se sentía cansada y vomitaba constantemente, incluso llegó a desmayarse, así que decidí llevarla conmigo a mí casa.

Jennie dormía en mí cama tranquilamente, se veía hermosa.

Incluso cuando hace rato peleamos porque yo quería pollo y ella pizza.

Y es raro.

Porque Jennie no come pizza.

Ha estado rara.

Pero aún así la amo.

Al siguiente día cociné algo para ella pero Jennie no quiso comer diciendo que quería dormir.

Y que no la molestara.

—No sé que pasa, chicas— dije.

Freen meneó su cabeza.

Las tres teníamos una videollamada grupal.

—Quizás tiene la ya sabes que— dijo Rosé haciendo olas con sus manos.

Entendí.

—Si, pero ¿Eso les hace vomitar a ustedes?— pregunté, ya que de las tres yo era la única que tenía otro tipo de compañero.

Y me alegraba, yo no creía soportar cólicos y andar desangrandome por ahí. Yo soy más cobarde.

—No, eso ya es raro. Deberías llevarla al doctor— propuso Freen.

—No quiere— suspiré. —Me ha estado tratando bien mal y incluso me gritó que no la moleste más.

—Ese humor. Hasta ya está de más— Freen habló de nuevo.

—Tienes que llevarla al doctor, quiera o no— dijo Rosé.

—No iré a ningún puto doctor y si tanto quieren que vaya, váyanse ustedes— Jennie apareció detrás mío diciendo eso y me asusté un montón.

—Chicas, las dejo. Me reporto después— colgué. —Si no lo hago ya me morí.

Jennie me miró un rato. Hizo un puchero.

—No quiero ir al doctor— me besó.

Y me sorprendió.

Ya que llevaba días que no me besaba.

No me miraba, no me besaba, no me tocaba ni mucho menos teníamos sexo.

Y yo ya estaba algo frustrada sexualmente.

Pero siempre fiel.

Sonreí en el beso y la arrinconé contra la pared y comencé a tocarla.

Ella se separó y me miró con ojos llorosos.

—¿Por qué todo termina en sexo?— preguntó. —¿Solo me quieres por el sexo? ¿No me amas?— me lloró. Ella subió corriendo escaleras arriba y se encerró con llave en mí habitación. —¡Te corto las bolas donde me molestes!— gritó y frené mi intento de subir.

Me senté en el sofá, lugar donde he estado durmiendo últimamente ya que no tengo otro cuarto en este cochino departamento.

Que asco.

Equis.

Suspiré y me puse a ver televisión.

Eso haría para liberarme de esos pensamientos sucios y distraerme un rato.

La Última Rosa Roja - JenLisa G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora