Infierno

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Hemos logrado convencer a Mika en que se quedara en casa de sus tíos. Bueno, no fue mi logro, sino de su padre, quien no ha querido decirme lo que le prometió. Akim me acompañó en todo el proceso, aunque llegó tarde y se excusó por ello, pero una vez sostuvo mi mano no la soltó.

Camino a pasos lentos con su mano sosteniéndome por mi cintura, la mía aferrada a su cadera. Se ha portado bien con Mika y conmigo, pese a todos sus problemas ha logrado estar a tiempo en cada evento de nuestro hijo y mia.

—¿Estás cómoda? —la voz de Akim se escucha lejana cuando me ayuda a ingresar al auto y cierro mis ojos.

—Si me quitas el cáncer, lo estaría.

—Me gustaría tener ese poder —siento su aliento a menta y la caricia de su respiración en mi cuello cuando me instala el cinturón de seguridad —Dentro de unos años nos reímos de todo esto con nuestros hijos.

—Supongo hablas de Ava y Mika —comento distraída abriendo los ojos y encontrándome con los suyos a centímetros del mio —yo no podré tenerlos cuando todo esto acabe, no tenemos certeza de tener buen fin.

Me siento cansada, derrotada y con ganas de desistir. Intento ser fuerte y optimista por mi hijo y familia, no obstante, cada evento es más complicado que el otro. Acerca su rostro al mío dejando un beso en mi mejilla, segundos después apoya su rostro en el mio al tiempo que toma una de mis manos.

Acaricio su cabello por largo tiempo, en un gesto que se convierte en distracción. Akim es esquivo con las caricias y las cercanías, en nuestros primeros encuentros lo noté. Ese comportamiento cambió cuando forjamos una amistad y más adelante, lo que consideré era algo más.

Solo conmigo cambió, con los demás, seguía sin permitir cercanías y su cuerpo se tensaba. Se aleja de mi regazo y me ve a los ojos, puedo ver mi rostro reflejado en los suyos. Las sombras oscuras, el rostro casi cadavérico, despido, un olor a muerte, él y los míos se niegan a admitirlo. Pese a mi apariencia, me sonríe y me ve como si fuera la más hermosa de las mujeres. Mi cabello ha empezado a caer y ello me recuerda que debo deshacerme de él, de lo contrario pareceré sacada de una película de zombis.

—Congelaste tus huevos y yo albergo los mio, tendremos más hijos. Sé que no tienes confianza en mí, pero no siempre será así —habla y suspiro, negando en silencio—habló de nuestros hijos, hermanos de Mika. —recalca. —no tienes a Ava como tal y lo entiendo.

Esto no está funcionando —comento alzando la mano hacia él y acariciando su rostro, está tan fuerte y lleno de salud que algunas veces me veo odiándolo solo por ello—estás perdiendo un tiempo que puedes usar para que no pierdas a Ava o su madre sea desconectada.

—Tú eres más importante en este instante —anota y sonrío retirando la mano. —Los amo a los dos, no concibo mi vida sin uno de ustedes.

Cuanto tiempo no soñé que me dijera eso y de maneras distintas. La vida se burla de mí y hace que hoy se realice cuando es demasiado tarde para mí.

—Tu hermano habló con Sergio antes de partir —menciono una vez ubica en su puesto detrás el volante —está dispuesto a ayudarte.

—Sería incómodo para ti...

—No hay nadie mejor que Sergio o Daniel —hablo con orgullo y gruñe algo que no alcanzo a entender. —¿Disculpa?

—Me hastía que tengas a ese hombre o a su hermano en los labios todo el maldito tiempo.—repite en tono alto.

El ruido del auto parece una protesta y le dejo lidiar con sus inseguridades. Apoyo la cabeza en los vidrios y permanezco absorta en los transeúntes. La única razón por la que congelé mis óvulos fue por la insistencia de mi hermana y Akim. Cada uno por su lado.

Akim (Saga Angeles  y Demonios #4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora