Una pequeña Arpía

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Los cuatro empleados encargados de la casa y cuidado de Ava, se cambiarían cada seis meses. Se les prohibió cualquier tipo de acercamiento con nosotros más de lo usual, aquello fue la orden dada por Nikolái y respetada por todos.

En adelante, él, se encargaría de los empleados y todo lo relacionado con la seguridad y sostenimiento de ella. No dio motivos por la toma de esa decisión y en el fondo supe que era una buena idea.

El comedor estaba solitario cuando crucé sus puertas. La mesa servida y todo dispuesto para el desayuno. Sin embargo, no hay rastros de Nikolái, ni de Ava.

—Buenos días, señor —saluda la mujer que ingresa con la cafetera en manos.

—¿Los demás?

—El señor Nikolái está en la oficina y la niña no ha bajado.

Dos hombres y dos mujeres, eran los encargados de ella bajo la vigilancia de Nikolái. El trabajo era poco, la mayoría era para Ava. El nacimiento de la empresa, recepción de empleados, clientes y recibir las visitas de servidores públicos ocupaban todo nuestro tiempo.

Nos urgía una persona que se encargara de la empresa y nos diera oxígeno a nuestras vidas. Rodearme de tantos documentos y encerrarme en una oficina me estaba cambiando el humor. Me impedía estar cerca de Lissa y de mi hijo como lo deseaba.

—Stan necesita hablar con nosotros —habla Nikolái irrumpiendo en el salón y mira a la mujer que permanece en pie —¡Largo! Ya les hablé de estar cerca.

—Lo siento, señor —se excusa inclinando su rostro y saliendo del lugar.

—¿No crees que eres injusto? —recrimino viéndolo sentarse y empezar a comer —has olvidado de dónde venimos. —me muestra una sonrisa cínica destrozando con los dientes una tostada.

—No hemos salido de allí Akim. —su mirada cae en las escaleras y en ellas se queda mientras sigue devorando la comida —La diferencia es que estamos rodeados de lujos, pero nos revolcamos en el mismo fango.

—Una razón de más para tratar a los demás con respeto.

—¿A dónde fuiste ayer? —cambia de conversación y objetivo, porque ahora sus ojos se fijan en mí —¿Hospital o con tu hijo?

—A propósito —suspiro llenándome de paciencia, la necesitaré para razonar con él —¿Por qué no me dijiste que sabías?

—Te lo dije —recoge los cubiertos y lo que sigue lo dice masticando —también te advertí que Madeline iría a trabajar en casa de Stan, pero me ignoraste.

De su plato ha desaparecido dos tercios de su comida, va por la segunda taza de café. Yo apenas he probado el primer bocado, el apetito de Nikolái es el más salvaje de los tres. En ninguna tiene razón, Madeline fue impuesta por él, quien insistió en que era mejor tenerla cerca, lo hizo luego de advertirle que su comportamiento era sospechoso.

—¿Cuándo me dijiste que tenía un hijo? —me centro en lo que me importa.

"Cinco años más y es igual a ti cuando te vi en esa panadería." —finge comillas en el aire y lo observo hastiado —no fueron las mismas palabras, pero es la idea.

—Debiste decírmelo Nikolái—le reto al recordar el evento como el día en que el pequeño estaba enfermo—En cuanto ella te lo dijo, tu deber era hacerlo.

—No lo confesó, ni en ese tiempo, ni ahora—aprieto los cubiertos sin poder contener el enojo —hice lo que tú debiste hacer, en cuanto lo viste.

—¿Es mi culpa? —bufo y afirma divertido.

Akim (Saga Angeles  y Demonios #4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora