Mi papá

37 8 0
                                    

Akim no hizo ni una llamada, ni mensaje para excusarse sobre el motivo que lo llevó a dejarnos plantados. Le prometió a Mika ir a cenar y como era de esperarse quiso vestirse mucho antes de la hora y esperar a su padre desde la ventana.

¿Se imaginan? La figura de mi hijo, en traje porque quería vestirse igual a él, peinarse igual a él y hasta preguntaba cómo hacer para hablar en el mismo tono de Akim.

Media hora después de la hora de su supuesta llegada empezaron las preguntas e insistir en que lo llamara. De ser yo la afectada solo borracha lo hubiera llamado, al estar de por medio mi hijo, no tuve de otra más que seguirle la corriente y tragarme mi orgullo.

Hice cinco llamadas y envié un mensaje, ninguno fue contestado. Aseguró que en la tarde debía asistir a una reunión para festejar la salida de su cuñada del hospital. Imaginé eso había pasado.

En resumen, tomó de más y se olvidó de la reunión, aquello lleno mi alma y corazón de rencor. Tendría que aprender que a su hijo no le podían hacer promesas que no iban a cumplirle.

Los tres iríamos a comer me rogó en que aceptara, solo para dejarnos metidos. Eso fue la gota que rebasó el vaso.

Nunca apareció y las excusas a Mika se fueron agotando junto con la emoción de salir. Retiró su ropa que lanzó a la silla de cualquier manera, se puso la pijama y se negó a orar o le leyera un cuento.

Mi hijo se durmió cansado de hacer preguntas y llorando. Ni la promesa de llevarlo al trabajo de Akim al día siguiente o ir a su casa, lo calmó.

Una simple fiesta lo hizo olvidarse de su hijo. No le di el beneficio de la duda, no se la merecía, en mi cabeza estaba la idea fija que se fue de copas y olvidó a Mika. La cita conmigo me importaba tres pepinos, le falló a nuestro hijo y no se lo perdonaría.

Toda la noche y parte de madrugada me mantuve despierta, maldiciéndolo, odiándolo por hacer llorar a nuestro hijo. Mi insomnio tenía nombre y apellido. Akim Borch Romer y lo irresponsable que fui al meterlo en la vida de nuestro hijo a sabiendas de lo que era capaz de hacer.

Armada del valor que me daba ser madre, abandoné el miedo, la vergüenza y por segunda vez en menos de veinticuatro horas, me trague el orgullo. Decidida a saber los motivos por los cuales le falló a Mika, lo llamé por sexta vez al día siguiente. Mientras sonaba, me aseguré de que mi hijo durmiera y no escuchara mis reclamos.

De alivio e ira se llenó mi ser al ver que levantaba la llamada.

—¿Se puede saber que es tan importante para dejar a tu hijo plantado? —lanzo la pregunta sin permitirle un saludo o dejarle hablar. No lo merecía — se fue a dormir cansado de ver por la ventana, esperándote y llorando.

—Me temo que en esta ocasión tiene un buen motivo—mis mejillas arden al escuchar la voz de su hermano, Nikolái. —No soy dado a cubrir a ese gusano doctora Cole, pero esta vez tiene una excusa muy buena.

—Discúlpeme…—alcanzo a rogar escuchando la risa fuerte del otro lado.

—No tiene que hacerlo, —comenta con voz divertida. — es normal que esté enfadada, cuando el acusado no hace más que cagarla. Yo lo mataría y luego me vengaría con su cadáver —me hace reír aquel comentario pese a lo delicado de mi situación —Akim está en la estación rindiendo una declaración…

—¿Qué dice? ¿Por qué? Permítame un momento…

La pregunta salen tan fáciles de mis labios y la acompaño con una vista a la habitación de mi hijo. Mika está sentado en la cama viendo hacia mí con rostro inquieto, le señalo la ducha.

—Vamos a salir —le susurro alejando el móvil de mi rostro —iremos con Akim, nos necesita—afirma dando un salto lejos de la cama sin mucha emoción y entrando a la ducha.

Akim (Saga Angeles  y Demonios #4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora