Dos bebes recién nacidos llegaron a un orfanato, por razones opuestas, la madre de él había perecido poco después de dar a luz y no había información sobre ningún familiar del pequeño, en cambio a ella la abandonaron el hospital la madre no dio dato alguno durante su estada. Al carecer de familiares o cualquiera que se hiciera cargo de ellos, tuvieron que ser mandados a aquel orfanato que se convirtió en su residencia pues nadie llamaba al infierno hogar.
El tiempo transcurrió y con él los niños crecieron, ambos fueron bendecidos con el don de la magia, echo que les causo algunos problemas como ser discriminados y maltratados. Si ya ese orfanato era comparable con el mismísimo infierno, estallo la Segunda guerra Mundial. El chico combatió el fuego con más fuego hasta que infundio gran temor, nadie se le acercaba y si no fuera por esa singular chica estaría solo y no conocería nada más que el odio, el dolor y la pena. Ella era ingeniosa y astuta, les devolvió cada uno de sus ataques, pero a diferencia de él nadie se imaginaba al culpable.
Y así fueron creciendo, convirtiéndose en los monstruos que les atribuían serlo, más voraces que mil bestias, más crueles de los malnacidos que se atrevieron a erguirse por encima, todos recibieron su merecido y ellos fueron conocidos como los hijos del diablo. Hasta que llego un señor, una vieja pasa que les prometió un lugar con personas como ellos, que no eran demonios, sino un mago y una bruja que prometían ser grandes. Así llegaron a un castillo donde deberían haber pasado siete maravillosos años.
Ambos fueron seleccionados en la casa verde, una de las más juzgadas dentro de la institución, incluso por el señor que los trajo, que resulto ser uno de sus profesores. Los dos se hicieron una reputación infranqueable, al menos la de ella, la pasa andante no confiaba demasiado en el chico, aunque bueno era el único, los demás residían en sus manos. Y como en todas las historias el chico se enamoró de la chica, ella igual, a pesar de que nunca se lo dijeron hasta su lecho de muerte, su orgullo les pesaba, al igual que el miedo atroz de perder a la persona más importante de sus vidas.
Al final la chica se sacrificó para salvarlo, él perdió toda su humanidad y se convirtió en un ser frío, calculador, retorcido, malvado, pero sobre todo destruido y rencoroso.
Ese es el origen del monstruo que fue el amor de mi vida, y por el que sacrificaría todo otra vez por volver a verle y decirle lo mucho que lo amo a la cara.