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Hoy sería el partido de octavos, nos había tocado contra marruecos, selección que estaba asombrando a todos, hacía tiempo que no llegaban tan lejos en un mundial, y me alegraba mucho por ellos, pero por otra parte me aterraba, tenían una forma de juego muy defensiva, llegar al área era casi imposible pero confío en que lo sacaremos adelante y pasaremos a cuartos.

Os estaréis preguntando sobre mi último encuentro con el señor plátanos, pues bien, como ya podéis imaginar nos besamos, simplemente pasó, no dijimos nada al respecto, simplemente disfrutamos aquella tarde juntos, tampoco sabía muy bien cómo sentirme al respecto, desde ese momento cuando volvimos donde nos alojamos estaba algo raro conmigo, a veces me evitaba o apartaba su mirada de mí cuando lo miraba, la última cosa para la que se me dirigió fue para decirme que lo que pasó debía ser un secreto, lo que acepté, tampoco quería que todos se enteraran ya que los conocía y montarían un revuelo y no pararían de molestar con eso.

Pero eso no quita que me dolió su actitud distante, es verdad que yo también me había portado así con él antes, por eso decidí no insistirle o agobiarlo, a lo mejor se sentía mal o tenía algún problema, a lo mejor todo aquello solo había sido un calentón, incluso una apuesta o simplemente se había cansado de mí o no era suficiente, aunque no quisiera admitirlo me dolía, y mucho, me pasaba el día pensando en qué podía haber hecho mal, en el porqué de su repentina actitud y en qué sentía realmente por ese canario burlón que no podía sacar de mi cabeza. Alguien tocó a la puerta sacándome de mis pensamientos.

-Hola Onis, vamos a ir todos a la piscina un rato, ¿Te apetece venir?- dijo Balde apoyándose en el marco de la puerta, me incorporé sentándome sobre la cama-

-Gracias Balde pero no me encuentro muy bien, luego puede que me pase a veros- contesté tratando de darle una sonrisa, me miró algo preocupado-

-¿Estás bien? No haces muy buena cara, si quieres me quedo contigo así no estás sola- se acercó y se sentó a mi lado, le regalé una media sonrisa pero él me seguía mirando con preocupación-

-Sí, estoy bien, no te preocupes de verdad, solo estoy cansada, no he dormido muy bien- mentí, cosa que no se me daba muy bien-

-Está bien, ¿Segura que no necesitas nada? puedo traerte lo que quieras, si no estás bien puedes contármelo - insistió, no me acababa de creer ya me conocía lo suficiente para reconocer el grado de veracidad en mis palabras-

-Te lo prometo Alex estoy perfectamente, solo es...- suspiré- solo es cansancio nada más, gracias de todas formas, lo aprecio mucho- dejé un pequeño beso en su mejilla como muestra de cariño, el cual me correspondió con un abrazo reconfortante-

-Vale renacuajo, pero si necesitas algo no te lo pienses dos veces y llámame, estaré ahí para lo que necesites, ¿De acuerdo?- asentí agradecida- luego nos vemos entonces, adiós pecas- me dió otro abrazo y se dirigió a la puerta, no sin darme una última mirada preocupada para después salir e ir con sus amigos-

Cuando salió por la puerta me tumbé boca abajo resoplando cansada por estar así, me sentía algo mareada, sin fuerzas, seguía sin comer demasiado y me faltaban horas de sueño, por no hablar de los nervios que tenía por el siguiente partido y lo mal que me sentía con mi cuerpo por los constantes comentarios críticos que la gente hacía sobre él, y ahora se añadía la extraña y distante actitud de Pedri, los días no podían ir peor, decidí dormir un rato para desconectar de mi alrededor.

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Después de aquella tarde a solas con Ona me di cuenta lo que sentía realmente por ella, Gavi tenía razón, Gavi, me sentía fatal por él, le había fallado, sabía que a él le gustaba Ona, sin embargo, hice lo que quise sin pensar en cómo podría afectar a mi amigo, me sentía fatal, horrible, no podía ni mirarle, por ese motivo, decidí distanciarme algo de la chica, aunque me costara, creía que era lo mejor, Gavi no se lo merecía y tampoco quería que se enterara. Me encontraba distraído mirando mi móvil mientras Gavi había ido a buscar una toalla a su habitación, cuando volvió pude notar una gran sonrisa en su rostro.

marcando un golDonde viven las historias. Descúbrelo ahora