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Gavi ya se había puesto bien, el resfriado le duró poco, dos días, así que ya podía volver a entrenar, cosa que deseaba ya que en nada teníamos la final de la Supercopa contra el Madrid, así que debíamos estar al máximo y preparados para darlo todo en la cancha.

Pedri y yo... bueno, digamos que no habíamos hablado demasiado fuera del ámbito laboral, relación entrenadora jugador. Sin embargo, siempre le pillaba mirándome, y cuando lo hacía apartaba su mirada algo avergonzado, o con una sonrisa divertida y tímida. No me mal entendáis, yo también lo hacía inconscientemente, aunque no quisiera o lo evitara, siempre acababa mirándolo aunque fuera de reojo, como si mis ojos lo buscasen en todo momento, atenta de cada movimiento que él hacía, y cuando se daba cuenta de mis miradas, mis mejillas se tornaban de un tono carmín al instante, avergonzada por mi poco disimulo. Parecíamos dos adolescentes en el instituto que tratan de encontrarse en secreto, sin que nadie se entere, ni ellos mismos, pero que, al mirarse y cuando sus miradas se encuentran las mariposas empiezan a revolotear. Supongo que es amor lo que sentimos.

¿Verdad?

¿Es amor lo que siento por él?

¿Quiero a Pedri?

¿Me quiere él?

¿Estoy haciendo lo correcto? ¿Me estoy equivocando?


Ahora mismo me encontraba en una sala junto a Xavi y el resto del equipo preparando y organizando todo lo que se venía. La verdad es que llevaba una semana bastante estresante, aunque no me puedo quejar, es a lo que siempre me he querido dedicar.

Mientras Xavi estaba explicando unas cosas me empezaron a llegar un par de mensajes de un número desconocido, decidí no hacerles mucho caso, sin embargo, después de estar un buen rato con los mensajes el número se pasó a las llamadas. Con total discreción abrí el chat para leer los mensajes, vaya, fue un error. Tragué duro, notando como un escalofrío recorría mi cuerpo y se tensaba. El míster debió darse cuenta porque al instante me sacó de mis pensamientos.

—Ona, si es urgente no te preocupes en responder, parece importante por la insistencia—

—No es nada, solo un número anónimo, lo siento a todos por haber interrumpido, sigamos por favor— les di la mejor sonrisa que podía tratando de evitar que se notase mi nerviosismo por aquellos mensajes. Todos asintieron—.

Después de una larga e intensa reunión del staff me quedé un rato entrenando con los chicos, así aproveché para conocer a algunos de los chicos de la Masía que justo hoy Xavi les había hecho entrenar con el primer equipo, y me fui a casa, ya que tenía que hacer bastante trabajo. Cuando entré al coche que estaba en el garaje, los mensajes anónimos que había recibido anteriormente vinieron a mi mente, volviendo a crear esa sensación de angustia y cierto miedo en mi cuerpo. 

Al salir vi a muchos fans esperando a la salida del Joan Gamper, que empezaron a hacer fotos nada más ver mi coche, gritando y corriendo para que me hiciera fotos con ellos. Me hice un par poniendo mi mejor cara, aunque teniendo ese pensamiento si alguna de esas personas sería la de las llamadas y mensajes. Como si lo hubiera invocado con mis pensamientos, ya casi llegando a casa me llegó otro, más bien una foto algo alejada donde se me veía a mí haciéndome una foto con un chico. La imagen iba acompañada de un mensaje.

Se ve que eres muy querida por todos los fans, yo también quiero una foto contigo.

El miedo me volvió a inundar. No entendía todo aquello, y lo peor de todo es que sentía como si alguien me estuviera vigilando en todo momento. Me metí en casa lo más rápido posible, cerrando la puerta al máximo y revisando que las ventanas también lo estuvieran. Mi cuerpo estaba tenso, temblando, me abrazaba a mi misma como forma de consuelo o para protegerme, aunque no servía de mucho. Nerviosa me senté en el sofá del salón, moviendo mi pie con cierta inquietud, esperando a ver si el anónimo decidía enviar algo más, efectivamente, no habían pasado ni diez minutos de que hubiera llegado a casa cuando ya me había enviado un video. En este aparecía la parte frontal de mi casa, haciendo zoom en la única ventana que tenía luz, correspondiente al salón, donde yo me encontraba.

marcando un golDonde viven las historias. Descúbrelo ahora