07. La princesa encerada en la torre.

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El sonido de la máquina lo hizo despertar, jamás había estado en un hospital antes y todo era raro, le habían puesto un suero en su brazo y una bolsa de sangre debía a que -según los médicos- había perdido mucha

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El sonido de la máquina lo hizo despertar, jamás había estado en un hospital antes y todo era raro, le habían puesto un suero en su brazo y una bolsa de sangre debía a que -según los médicos- había perdido mucha. Se sentía cansado, lo cual era extraño, jamás había sentido su cuerpo de esa manera ni siquiera cuando terminaba una pelea.

Las paredes blancas siempre le aburrían, en el reformatorio solían pintarlas a escondidas para tener algo de color en sus habitaciones, incluso colocaron posters y algunas fotos, su departamento tenía algunas pinturas para decorar las paredes. En fin, el blanco siempre le aburría.

-Te darán de alta mañana temprano, no fue algo tan grave

Takeomi sin duda era alguien extraño, aquel hombre fue el responsable de su lesión pero igual había sido quien lo llevó al hospital -aunque por órdenes de Hiro- su rostro parecía calmado, como si nada malo estuviera pasando.

-¿Qué pasará con Sanzu?, ¿Lo dejarás con ese tipo? Sanzu es inestable, lo conozco, seguro terminará matan a ese imbécil, si él

-¿Te puedes callar? Los mocosos de hoy en día hablan tanto...además ¿Quién mierda es Sanzu? Si te refieres a Haruchiyo lamento informarte que ese no es su apellido, y créeme, jamás lastimaría a Hiro- la seguridad en su voz era obvia, pues con el paso de los años se dio cuenta del enorme miedo que Haruchiyo le tenía a Hiro. Y no era para menos, Hiro solía dañar a Haruchiyo sin piedad alguna, cada beso forzado y caricia sucia eran una tortura para el Akashi de larga cabellera.

Muto seguía algo confundido con todo, saber que Haruchiyo mentía sobre su apellido no era algo nuevo, ya tenía la sospecha de que su vicecapitan jugaba un poco con las verdades que decía y siempre supuso que era algún tema delicado. Tenía razón.

-Haruchiyo matará a ese bastardo, estoy seguro- soltó con firmeza Muto, seguro de sus palabras pues se negaba a aceptar que aquel "perro salvaje" se dejaría pisotear de manera tan vil.

Takeomi sonrió de manera siniestra, ladeo su cabeza un poco y mojó sus labios con diversión.

-¿A si? Sería interesante ver eso...pero yo que tu no buscaba problemas- y pronto su sonrisa cambió a una expresión seria, sus ojos parecían penetrar el alma de Muto, como si juzgará al adolecente -Yasuhiro Muto, deja de meterte en los asuntos de la familia Akashi porque la próxima vez no me detendré hasta matarte.

La amenaza era clara, Yasuhiro jamás le había temido a nadie y jamás pensó en sí sus acciones lastiman a terceros pero por primera vez sintió nervios, ¿Qué pasaría si por su culpa Haruchiyo sufría? No quería ni siquiera pensar en eso, no lo soportaría. Resignado agachó la cabeza, avergonzado de sí mismo, ¿Cómo sería capaz de proteger a Haruchiyo ahora?

Era inútil.

Mirar su reflejo en el espejo era extraño, sentía que no se reconocía a sí mismo, las grandes ojeras bajo sus ojos eran muestra de las pocas horas de sueño.

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