Capítulo 7

14 3 7
                                    

Daniel se encogió de hombros y Erik apoyó completamente la idea, aunque no sé si porque le agradaba o porque su hambre era tal que no podía aguantar ni un segundo más.

—¿Crees que estará bien?—pregunté—no quiero ser grosero, es solo que, bueno, probablemente tu familia ya conozca a Daniel y a Erik y no habrá problema con ellos, pero ¿Y yo?. Yo seré un complemento desconocido y no quiero incomodar.

—Para nada—Samantha rió—todos son bienvenidos en mi casa, además, somos una familia grande, siempre hay mucha comida asi que tranquilo.

Y así fue como todos decidimos desayunar en la casa de Sam, la cual solo estaba dos cuadras lejos de la escuela; era una casa enorme en cuyo patio delantero jugaban varios niños, de distintas edades y tamaños.

—Esta es mi casa, adelante—y nos acompaño hasta la entrada.

Tocó la puerta un par de veces y entonces la abrió un hombre gigante de edad avanzada, mejillas rosadas y un enorme bigote blanco; su cabeza era casi completamente calva, a excepción de unos cuantos mechones de cabello a los lados de su cabeza. Llevaba puesta una camisa de manga larga blanca con un patrón cuadriculado de color café y por encima un chaleco tejido marrón con dibujos blancos de borregos.

—¡Sammy!—extendió los brazos y abrazó a la rubia—¿ya regresaste tan pronto?—entonces se percató de nuestra presencia—pero ¿qué tenemos aquí?

—Abuelito—dijo Sam—traje a mis amigos a casa ya que les prometí que les invitaría el desayuno, espero que no sea una molestia.

—¡Por supuesto que no querida! —se acercó a Erik y a Daniel—¡Erik!—procedió a abrazarlo de igual forma—¿Como has estado muchacho?

—Todo bien abuelo Yedid, gracias por preocuparse—Erik sonrió—¿qué hay de usted y su esposa? ¿todo bien?¿como logra conservarse tan bien? se ve increíble.

—Erik, Amable como siempre—Carcajeo—mi secreto es el amor, eso hace que me vea tan joven. Pero honestamente, mi esposa se ve mil veces mejor que yo—bromeó dándole una palmadita en la espalda.

Entonces siguió con Daniel, y para mi sorpresa, el señor también sabía hablar lenguaje de señas. Habló con Daniel unos momentos y volvió a reírse; finalmente se fijó en mi.

—Este es nuevo—rió—¿con quien tengo el placer?—y me extendió la mano

—Un gusto conocerlo señor, Mi nombre es Adler Spencer—y respondí a su saludo

—Pero que jovencito tan educado—sonrió—dime, de casualidad ¿tu padre es Joseph Spencer?

—Así es señor.

—¿Como esta él?¿Como han estado tus padres?

—Mi padres estan bien, gracias por preguntar.

—Me alegra, no los he visto desde su boda ¿se mudaron aquí hace poco?

—Mi padre se mudó aquí hace un par de años, y yo apenas llegué ayer.

—¿y que hay de tu madre?¿Esta trabajando en el extranjero?; no me sorprenderia, Elisa era una jovencita muy trabajadora.

—En realidad ellos—salió de mi una sonrisa amarga—se divorciaron hace un tiempo...

Aquel hombre dejó de sonreír, su rostro se veía completamente asombrado.

—Eso no es posible, ellos eran la pareja más empalagosa del lugar—Rió

—si, lo eran—contesté

—se acercó a mi y me regalo unas palmaditas en el hombro—Debió ser duro—suspiró—pero bueno, supongo que tendrán sus razones.

Palabras que nunca salieron de tu bocaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora