Capítulo 1

73 5 2
                                    

En una mañana de invierno, justo cuando el viento frío se asomaba en mi ventana para calarme los huesos, desperté.
Normalmente me hubiera pegado a las sábanas, dormir era uno de los placeres de la vida.
Dormir es algo sagrado, una de las pocas cosas en mi vida que puedo controlar. Una completa delicia.

Me sedujo la idea de quedarme ahí acostado, escuchando como la calefacción trabajaba, como el viento helado silbaba y como las ramas de un viejo y marchito naranjo tocaban mi ventana.

El invierno al igual que dormir, eran cosas verdaderamente hermosas.

Y si combinara la delicia del invierno junto con mis rebosantes ganas de dormir, ciertamente estaría feliz de pasarme toda la vida, e incluso morir así, pegado a esa cama, a esas sabanas, a ese momento.

Pero como todo en la vida, las cosas no son eternas.

El dormir es un dulce hechizo que debes aprender a romper.
El invierno llega a su final al sentir los primeros abrazos de la primavera.
Y ese viejo naranjo que sin falta me saludaba algún día seria derribado, ya sea por culpa de la naturaleza o del hombre.

Estos pensamiento sobre la existencia y la vida mayormente están ausentes, soy un chico que no suele concentrarse mucho en esas cosas, pero cuando el viento frío me acaricia, cuando empiezo a sentir mi sangre circular, cuando tengo un momento a solas me dispongo a recorrer todos los rincones que jamás exploré de mi mente.

Justo cuando lo último que quería era romper con ese momento, mi cuerpo involuntariamente se levanto de la cama.

—¡Adler! ¡Apresúrate!—gritó mi madre desde la cocina.

Mis padres se divorciaron hace 6 años y a pesar de que ya no estén casados, no se odian, de hecho ahora son amigos.

Es extraño, no digo que me disguste, de hecho me siento afortunado por eso, pero no quita el hecho de que ya no estén juntos.

La idea de que mi padre encuentre a otra mujer más hermosa y amable que mi madre, o que mi madre encuentre a otro hombre más cursi y alegre que mi padre me incomodó un tiempo.

No me consideraba listo para eso, aún no creo estarlo.

Pase los últimos 10 años de mi vida en un refugio de amor en el que mi padre era de mi madre, mi madre era de mi padre, los dos eran para mi y yo era para los dos, pero estás cosas pasan por algo.

El día del divorcio, mis padres dijeron que jamás encontrarían a nadie como él otro y si ellos seguían amándose desde lo más profundo, ¿por qué se separaron?. Los adultos son complicados, es cansado tratar de entenderlos a veces.

Y aunque hoy en día, yo con 16 años, aún desconozca la razón de su separación, debió de ser algo muy doloroso o muy confuso para ambos. Lo que si sé es que este es un ejemplo de lo que dije hace unas lineas atrás.

Así como el sueño, así como el invierno, así como aquel viejo naranjo, nada dura para siempre. Nada es eterno.

Fui lo suficientemente maduro como para aceptar su decisión sin hacer algún tipo de escándalo, sin hacer huelga, sin ser rebelde de ningún modo. Ellos tomaron su decisión y yo simplemente la respeté, es todo.

Hoy es 1 de enero, después de haber pasado 4 años yendo de casa de mi madre a la de mi padre, los últimos dos años (contando con el que acababa de terminar hace unas 24 horas) estuve viviendo con mi madre, no me quejo, realmente fue agradable. Pero ayer me dijo que los siguientes dos años estaría viviendo con mi padre, me pareció justo así que acepté.

Era el inicio de un nuevo año, así como era el inicio de lo que considero "una nueva experiencia". Sabia que aunque mi cama me acompañaría y que el invierno estaría conmigo unos meses más antes de la primavera, lo que no podría acompañarme era mi viejo amigo el árbol de naranjo; lo vi florecer solo una vez, fue un espectáculo realmente hermoso aunque estaba seguro que aquella vez sería la ultima vez que lo hiciera.

Palabras que nunca salieron de tu bocaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora