XI

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Tres semanas han pasado de lo ocurrido, tres semanas donde he decidido no salir de la habitación de invitados que tenía Marck para no ver a Nuria, tres semanas donde no he ido a la universidad con la tremenda excusa de que un familiar se me había muerto, que en este caso podría ser más real de lo que alguien imaginara. Yo había muerto otra vez con el mismo episodio, había comprendido otra vez porque me encerré en mí misma sin control, comprendí que volvería a recuperarme de la única manera que sabía hacer, SOLA.

No quise preguntar por él, no quise saber sus razones o si tenía alguna excusa para justificarse, no quería... ni podía. Tener bagos recuerdos de aquel día no me ayuda para nada con los pensamientos que quieren tener razón donde se pelean las dos chicas que se consideran mis partes buenas y malas de mi cabeza. Recordar escucharlo... diciendo que se irá de mi vida me parte en dos, pero también recuerdo... como alguien me criticaba e insultaba siendo una voz de hombre... y el pensar que era también él... no quiero saberlo.

Encontrar un lugar seguro o cómodo para refugiarme es muy complicado ahora, Marck ha intentado consentirme o camelarme de alguna manera. No ha podido. Los libros ya no me están llamando la atención, los personajes me recuerdan a las cosas que sé qué no pueden pasar en la vida siendo esto tan REAL. La música me transmite solo odio a la humanidad creando esa tremenda oscuridad dentro de mí que me hace construir monstruos en el cuarto para integrarlo en la libreta de dibujo. Nunca me ha interesado la psicología que ha dado mi madre en sus años de necesitar la ayuda psiquiatra. En esta semana el gato ha sido el apoyo emocional más grande que he tenido... y a la vez me hacer recordar lo que todavía una parte de mis pedazos rotos de corazón quiere.

-Mica, deberías salir a comer algo... -suena la voz triste de Marck al mirarme desde el marco de la puerta- sé que estas en un momento muy difícil y que las pesadillas no se disipan con facilidad... pero he llamado a un amigo mío que solo quiere hablarte- crea una tensión en mi cuerpo templado haciendo que me esconda más en la esquina de la cama con la colcha.

Los pasos tranquilos acercándose a la puerta de la habitación no me gustan, ¿por qué habrá llamado a un loquero? ¿tan mal le caigo? ¿no comprende que quiero estar sola ya?

-Hola Micaela- esa voz... -soy amigo de Marck. Me llamo Julio, no sé si te acordarás de mí, pero fuimos al jardín de infancia juntos por un tiempo hasta que me mudé ¿lo recuerdas? -silencio.

-Hola soy Julio y soy nuevo en este colegio ¿quieres un trozo de pastel de chocolate? -me estuvo buscando ese niño raro todo el día desde que me vio salir del coche de mamá

-Muy bien, ¿me dejas comer ya? -no me gusta que este todo el rato a mi lado me gusta estar sola

-Solo quería sentarme a tu lado para charlar de libros, como te había visto con uno del Diario de Greg me dio curiosidad.

Era un niño con los ojos verdes y marrones con una sonrisa inocente para querer ser amable, aparte de ser ese color sus ojos, es moreno y con el pelo castaño haciendo que también destaque su ropa de color azul y su táper de algunos dibujos raros.

-Vale, te lo permito si me das pastel.

Se convirtió en un amigo importante cuando éramos pequeños porque me escuchaba cuando se quejaban de mí y me hacían burla, hasta que se fue de viaje sin despedirse no volviendo a aparecerse por el colegio.

-Sé que ha pasado mucho tiempo, por eso cuando me pidió este favor Marck no me negué al saber que se trataba de ti, porque yo si me acuerdo todavía de mi mejor amiga de la infancia con su carácter y con ganas de comerse mi pastel de chocolate- escuchaba atentamente mientras percibía cómo se acercaba sin asustarme- Si quieres te puedo ayudar, solo necesito que vuelvas a confiar en un amigo- acabó diciendo sentado a mi lado de la cama.

-No- era lo único que podía decir en ese momento sin romperme otra vez a llorar.

-Venga-acarició con suavidad mi espalda- soy yo, el niño que siempre se quiso acercar a la chica tímida de mi clase.

-No te acerques más.

-Julio, creo que no ha sido buena idea...

- ¿Me puedes dejar un momento con ella a solas? -silencio- no le va a pasar nada conmigo, confía.

Se cierra la puerta tras esas palabras de mi ex mejor amigo para estar inmersa en la oscuridad.

-Rómpete ya, te he conocido y espero no equivocarme en muchas cosas, pero sé que siempre necesitabas romperte para encontrar la paz mental un rato. Así que, rómpete, no me voy a mover.

Acomodó su cuerpo en el cabezal de la cama justo pegado a mí para no moverse, y vaya que no se fue porque se quedó hasta que mi cerebro asimiló que estaba segura para sacar todo el dolor desgarrador que tenía dentro consumiendo mi espacio.

Terminar de llorar siempre me creó encerrarme en alguien que no se fuera por ese momento y eso él lo sabía, por eso no se fue. No sé si pasaron minutos, segundos o horas, pero me acomode a un constado suyo para no caerme al abismo de mi cabeza.

-Te seré franco, sé lo que te ha sucedido, porque me lo ha contado Marck, pero necesito que hables tu por tu propio pie sino esto no se consideraría terapia.

-No

-Micaela- dijo con tranquilidad- habla conmigo.

-No

- ¿Y si te doy un poco de bizcocho? -sacó su táper de dibujos- perdón por el táper, pero las viejas costumbres nunca se van

-Vale

Y se lo conté todo, y cuando digo todo es todo, desde lo de las chicas como lo de mi familia, lo sucedido con... él, mis pensamientos los traumas del pasado, lo que he querido convertirme, ...

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-Ven conmigo y lo hacemos los tres juntos.

-No

-No te niegues más, solo es entrar y salir.

No puedo ese es el problema, que mis pies no se mueven por más ánimos que estén dando los dos. Estamos en el portal de casa para coger ropa mía y algunos de mis objetos para irme por otro tiempo a la casa de Marck.

-Solo un paso Mica- decía esta vez Marck.

Se escuchaban ruidos en el interior y sabía que era porque ellas estaban allí, pero no puedo tengo demasiado miedo. No puedo respirar, me bloqueo no me puedo mover, quiero irme, yo... no, no

-Micaela, vas a entrar en un estado de bloqueo muy intenso, concéntrate en mí. Necesito que solo escuches mi voz- hago un asentimiento.

No me había dado cuenta de que tiene una barba castaña a juego con su pelo y siendo disimulada por su tono de piel. Se ve mucho más guapo que antes, aunque claro está que cuando lo vi tenía siete años, pero tiene la mandíbula más marcada, una nariz respingona, las cejas pobladas y oscuras y esa sonrisa que me da con sinceridad transmitiendo todo su sentimiento.

-Eso está mucho mejor, sigue concentrándote en comerme con la mirada toda la cara- pillada- Te han dicho que estas muy mona cuando te sonrojas, porque la cara de Marck riéndose me dice que si he acertado. Venga vamos a coger el torro por los cuernos.

- ¿Por qué te estoy haciendo caso?

-Porque soy un muy buen psicólogo y aparte voy a recuperar a esa niña de la infancia que me encantaba.

-Siento interrumpir esta escena, pero solo voy a recordar que ella es mi mejor amiga y no me la vas a quitar ni a ella ni mi puesto.

-Te quiero- le digo y asiente sonriendo.

Al entrar esta como lo dejé todo, somo si nunca me hubiera ido de esta casa. Al pasar el pasillo llegando al comedor observo a las dos chicas con personalidades diferentes sentadas en cada sillón haciendo cosas diferentes de la universidad, no captan mi presencia de inmediato así que me dirijo al pasillo derecha a mi habitación respira. Julio no me deja moverme así que Marck es quien llama su atención haciendo que me miren las dos y a la vez observan al chico que me está sujetando de la cintura para que no huya.

-Yo te protejo en esta batalla... hasta que nos vayamos juntos- dice cerca de mi oído, haciendo que cierre los ojos recordando esa frase de libro que nos leímos de pequeños creándola como parte de un juramente de amistad.  

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⏰ Última actualización: Feb 17, 2023 ⏰

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