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Se sentía...¿Cómo se sentía exactamente? ¿Abrumado? ¿Desesperado? ¿Sin ganas de hacer nada? No...era un sentimiento más fuerte, uno que lo estaba llevando al límite y que le estaba comiendo el cerebro como si fuese un puto virus.

No había salido de su habitación en cinco días. En esos cinco días había faltado a la universidad, también estuvo ignorando las llamadas y mensajes de Taehyung, al igual que los toques de Jimin en su puerta para saber cómo estaba, pero no recibía respuesta y entonces solo se dedicaba a dejar la comida en el piso frente a la puerta.

-Jungkookie.

Como ahora, por ejemplo.

-Sé que no responderás, pero quiero que sepas que estoy aquí para lo que necesites ¿Si?- susurró, soltando un suspiro poco después-. No entiendo por lo que estás pasando, así que no diré que lo hago, pero te apoyaré en lo que necesites.

Jimin estaba a punto de darse la vuelta e irse como los últimos tres días, sin una respuesta. Pero grande fue su sorpresa cuando el seguro de la puerta fue desbloqueado y esta se abrió poco a poco dejando ver el interior.

Dio unos cuantos pasos hacia delante adentrándose en la oscura habitación, tanteando las paredes en busca del interruptor de luz. Y una vez lo encontró, lo presionó iluminando el lugar y dejando ver a una persona hecha bolita debajo de las sábanas, como si no quisiese ser descubierta.

-Jungkook- se acercó hasta él sentándose en la orilla de la cama no queriendo invadir su espacio personal. Sin embargo, alzó las cobijas dejando ver el cuerpo en forma fetal que ocultaba su rostro entre las almohadas-. Jungkookie por favor, mírame.

Acarició los cabellos del menor con algo de temor queriendo darle confort, que supiera que estaba a su lado y no se iría por ninguna razón.

-He estado convenciendo a mi madre de que no llame a la tuya- confesó, provocando una reacción en el chico-. Está muy preocupada por ti, dice que si no ve mejorías pronto se verá obligada a llamar a tu madre.

Jungkook se incorporó casi de inmediato, agarrando a Jimin por los hombros con sus ojos muy abiertos y el cuerpo temblandole de pies a cabeza.

-N-no, por favor, no dejes que la llame.

Jimin a lo largo de su vida había visto una gran cantidad de documentales sobre personas que eran víctimas de la depresión; a veces podía sentir su tristeza y desespero, su desmotivación ante todo. Pero verlo a través de una pantalla definitivamente no se comparaba con verlo personalmente, y peor aún, de una persona que era cercana a ti.

En su mente comparó al Jeon  Jungkook que conoció cuando llegó a Seúl y al actual. Lo único similar que tenían ahora era el nombre. Pues su cabello desordenado, sus labios resecos y aquellas ojeras en sus ojos que eran combinadas con un tinte rojizo producto del llanto contante, no eran características propias de él.

-Hey, está bien, no dejaré que la llame ¿De acuerdo? Está bien- sin poder evitarlo lo atrajo en un abrazo fundiendolo en su pecho. Este no era el Jeon Jungkook altanero y contestón que conocía, este era el Jungkook vulnerable y preso de su mente.

-Ya no puedo más con esto- murmuró con la voz entrecortada, en señal de que había empezado a llorar-. Él está aquí, en mi mente y no me deja en paz. Lo único...lo único que hace es recordarme que lo traicioné, que no cumplí con nuestra promesa, que...

-Él no existe- se atrevió a decir separandolo de su cuerpo para poder mirarlo correctamente-. No está aquí y no puede hacerte daño.

Aquellas palabras debían reconfortarlo y hacerlo sentir más tranquilo, pero era todo lo contrario. ¿Quién callaría las voces de su mente? ¿Quién haría que todos los recuerdos desaparecieran?

-Lo que necesitas en este momento es un baño ¿De acuerdo? Después de eso podemos hablar de todo lo que está pasando.

Jungkook asintió, poniéndose de pie y adentrándose al cuarto de baño, mientras que Jimin se encargaba de ordenar el desastre de su habitación.

Al momento de mirarse en el espejo, tuvo el impuso de preguntar quién era esa persona que se reflejaba allí, porque definitivamente no era él. ¿Qué le había pasado a su cara? ¿Por qué se veía tan...acabado?

Ya no era la estrella más brillante. Ahora era algo más parecido a un agujero negro que se estaba consumiendo a sí mismo.

Resignado, abrió la pequeña puerta con espejo del gabinete con la intención de sacar su cepillo de dientes, pero aquella acción quedó en segundo plano cuando sus ojos divisaron aquel tarrito naraja con varias pastillas dentro.

-Jungkook ¿Todo va bien?

La voz de Jimin provocó que se sobresaltara, por lo que carraspeo la garganta tratando de disimular.

-S-sí, estoy bien.

¿Cuándo dejaría de decir mentiras?

-De acuerdo, te traeré algo de comer mientras terminas.

Cuando supo que estaba solo de nuevo, agarró el pequeño frasco, leyendo el nombre del medicamento. Lo recordaba, había comprado esas pastillas a escondidas de su madre los primeros meses de la muerte de Seokjin, pues no lograba conciliar el sueño y se negaba a ser tratado por un psicólogo.

Miró sobre su hombro una vez más vigilando que nadie viniera, y una vez estuvo seguro de ello, echó una gran cantidad de pastillas en su mano.

Lo suficiente para dejar de sufrir.

Lo suficiente para dejar de escuchar y sentir.

Su cuerpo y mente actuaban por si solos, como si fuesen manejados por alguien más. Tanto así, que ni siquiera supo en qué momento su vista empezó a nublarse y su cuerpo cayó al piso en un golpe seco ¿lo único que sí sabía? Las voces de su mente se habían detenido, la culpa, las promesas rotas. Todo. Había desapacido.

Ahora todo estaba en silencio.

Taehyung.

Una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios al recordar al mayor. Tampoco podría cumplir con las promesas que le hizo.

Merecía ese final ¿Verdad? Por haber dañado un matrimonio y por haber sido el causante de la muerte del que alguna vez fue el amor de su vida.

Por ser patético, insuficiente y no tener palabra.

-Jungkook.

-¿S-Seokjin?- aquella voz la conocía a la perfección-. Hyung...estás aquí.

-Jungkook.

-¿E-está bien esto para ti?- preguntó con voz queda-. ¿Lo estoy haciendo bien?

-¡Jungkook, no me hagas esto! ¡Despierta!

-¿Hyung...?

-¡Mamá, llama al 911!

Y todo se oscureció igual que esa noche.

Si alguno de ustedes está pasando por un momento difícil, no olviden que no están solos, siempre habrán personas que quieran apoyarlos y estar a su lado 💜

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