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En una casa ubicada en un gran bosque se encontraban tres personas entre ellas un niño de nueve años corriendo de un lado a otro, mientras los dos adultos tomaban el té o bueno, uno de ellos tomaba una jarra de alcohol.

— Tu eres la persona mas hermosa que pude haber conocido en toda mi vida...¿Como puedes ser tan... Bello mi querido esposo?— dijo una de las personas.

— .... ¿Que te he dicho de decirme hermoso? Si me lo sigues diciendo me lo voy a creer!— respondio sonriendo su acompañante.

—Estoy diciendo la verdad. No he sido el mejor hombre pero aun asi.... Dianxia me ha bendecido con una hermosa familia.— el hombre se acercó a los labios de su amante y dejo un pequeño beso. Beso que acabo rapido debido a la pequeña voz de un niño quejandose.

— Ew eso es asqueroso!— dijo el pequeño niño fingiendo vomitar.

—Tu pequeño mocoso— dijo uno de los hombres separandose de su amante para luego sacar un abanico de sus mangas y darle un pequeño golpe a su hijo, quien se quejó ante el golpe.

— Auch.... Bàba ¿Me prestas tu abanico?— pregunto inocentemente el niño sonriendo asi olvidando lo que paso anteriormente. El adulto solo suspiro y le dio una pequeña sonrisa al niño entregándole el abanico.

— Ten cuidado A-Ming. Si me lo rompes te juro que le dire a tu a-Die que no te lleve al lago a pescar peces!— El niño asintio frenéticamente ante las palabras de su padre mientras agarraba el abanico con cuidado.

— A-Ming cuidara muy bien del abanico se Bàba para que A-Die me lleve a pescar peces!— el niño dijo con una gran sonrisa. Ambos adultos sonrieron.

Pasaron los minutos y el niño jugaba con aquel abanico fingiendo que era un ninja el cual estaba protegiendo a su familia de unos villanos a los cuales les corto el cuello con el abanico, algo fuerte para un niño de nueve años según sus padres.

Derrepente, un fuerte estruendo sonó dentro de la casa, alertando a ambos adultos y al pequeño niño, el cual soltó un chillido de miedo.

—B-bàba! ¿Que fue eso?— pregunto el menor con miedo mientras se escondía en las piernas de su padre.

—No tengo idea... Pero tu padre y yo vamos a ver ¿Bien? Tu espera aqui. — dijo el hombre palmeando la cabeza del pequeño. En eso el otro adulto se puso en pa altura de su hijo y lo abrazo.

— Si escuchas algun ruido corre, corre lo mas rapido que puedas y no te detengas hasta llegar al pueblo ¿Bien?

A-Ming asintio y abrazo fuerte a su padre. Una vez se separaron del abrazo, ambos adultos caminaron en dirección a su hogar.

A-Ming miro entrar a sus padres a aquella casa. Al notar que no pasaba nada suspiro aliviado. Pero el alivio duro muy poco ya que se escucho como varias cosas se rompian en su casa acompañado de sonidos de pelea y gritos. A-Ming se asusto y abrazó el abanico de su padre el cual no habia entregado. Rápidamente recordó las palabras de su padre y empezó a correr muy rápido hasta llegar al pueblo. Corriendo llego hasta un pequeño callejon en donde no llegaba la Luz, ahi se escondió esperando a que sus padres llegaran a buscarlo.

Y asi estubo esperando por dos meses. Sus padres nunca llegaron.

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¿Que va a hacer ahora que esta solo en el mundo? No lo sabia, hasta que de pronto dos meses despues de lo sucedido, un hombre de tunicas moradas lo encontró y le dio una amable sonrisa.

-¿Como te llamas pequeño?

El niño abrazaba el abanico de sus padres con fuerza pensando si deberia decirle su nombre a aquel hombre o no. Finalmente se decidió.

AbanicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora