IX

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Un eunuco entró en su habitación

- Faraón, su futuro consorte no está

Magnus lo asesinó con la mirada

- ¿Qué estás diciendo?

Preguntó

- Fuimos por sus vestimentas para prepararlo y cuando volvimos ni él ni el eunuco que dejamos para cuidarlo estaban en la habitación

Magnus estaba asustado.

- ¿Lo raptaron? ¿Encontraron algo que lo indique?

El eunuco se acercó y dejó un papel en la mesita.

- Ésto fué encontrado entre su comida

Magnus abrió rápidamente el papel.

"Te veo al amanecer en los murales prohibidos, si no te presentas, mataré a tus amigos"

La arrugó en su puño y salió rápidamente.

- ¡Guardias! ¡Conmigo!

De inmediato dos filas de doce soldados armados se pusieron detrás suyo y lo siguieron en su camino a esa zona que había ordenado nadie podía visitar.

Llegaron rápidamente y Magnus entró primero viendo qué fuego alumbraba el mural que tanto miedo había tenido que su mercenario descubriera.

Pero no fué eso lo que lo hizo detenerse

Había dos hombres tirados revolcándose en el suelo con dolor. Y una mujer sostenía el mango del cuchillo encajado en el corazón de su amado.

- ¿En serio? ¿No tienes más fuerzas en ese cuerpo escuálido?

Alec no sólo no estaba escupiendo sangre ni cayendo herido.

Sostenía con sus dos manos el filo del cuchillo pegado a su pecho.

- ¡Deberías estar muerto!

Gritó la mujer tratando de recargarse más pero Alec la repelió con poco esfuerzo.

El arma apenas y había tocado su piel, sin embargo puso mucha fuerza en detener el ataque y ahora tendría una cicatriz cruzando todos sus dedos por lo fuerte que había apretado el filo de la cuchilla.

- Te diría que la próxima vez lo intentes mejor pero no habrá próxima vez

Respondió Alec viendo a los otros hombres ponerse de pie.

- ¿Cómo estás tan seguro?

Preguntó uno de ellos y Alec señaló la entrada.

Tres cabezas voltearon para encontrar al Faraón con una máscara de frialdad y los guardias armados tras él.

- Arresten a los traidores

Gruñó Magnus y sus soldados se hicieron cargo rápidamente.
Alec le dió la espalda a todos en favor de sacudir sus manos que goteaban sangre y ver los murales.
Una vez estuvieron sólos, Magnus avanzó cómo si estuviera pisando clavos.

- ¿Porqué los prohibiste?

No podía ver el rostro de Alec y no sabía si le gustaría lo que iba a encontrar en él, pero sin duda lo merecía.

- Tenía miedo de que los descubrieras

Se sinceró

- ¿Entonces no fué un sueño? ¿Fué un recuerdo? ¿Mataste a todos por miedo?

El Destino de la Momia #malecDonde viven las historias. Descúbrelo ahora