CAPÍTULO VI: IRA

162 10 0
                                    

El campo de batalla era un auténtico infierno. Hedía a muerte allá dondequiera que fuera el chico rubio. Las singulares pirámides de Atlantis estaban derruidas, y las que no, ardían presa de un fuego de ultratumba. Aquí y acá, esparcidos por la arena blanca, ríos y lagos de sangre, miembros mutilados y cadáveres de nobles y valerosos guerreros atlantes. Reed y Johnny estaban juntos en la misma tumba. Hulk yacía decapitado a orillas del mar. Y Black Bolt... era casi polvo.

La lucha continuaba en los cielos oscuros. Allá arriba, el joven asgardiano, como cuando niño, distinguió el sonido del metal al hendir la carne. Oyó el miedo. Sintió su presencia. Era él: el mismo demonio que perturbaba sus sueños.

Pero a diferencia de sus sueños, en la realidad no sintió temor alguno.

Solo sintió un coraje ascendente, enloquecido, formarse en su interior. Tantos muertos ¿para qué? Tantas buenas personas y tantos sueños truncados ¿para qué maldito fin? Ultrón no era ningún salvador, era un vil asesino.

Entonces lo supo: no solo mataría a ese pedazo de hojalata por Wanda y quienes buscaba proteger junto a Stephen, sino también por justicia.

El cielo tronó a lo lejos.

Wong apareció de pronto delante de ellos, con sus ropas hechas jirones, decaído y machacado, con una larga herida en la frente. Los miró, anhelante.

-Lo has traído -le dijo a Stephen, casi en un susurro-. Pero no bastará.

-Wong -Stephen ayudó a levantar a su amigo y le habló con calma-, confía en él. Confía en nosotros. El destino de Ultrón ya está escrito.

El rubio se dirigió a ellos:

-Quiero que saquen a los otros de esa refriega. Llévenlos a un lugar seguro y atiendan sus heridas. Wanda y yo lo distraeremos. Oh, y no vuelvan.

Dicho esto, el joven Odinson salió disparado en línea recta hacia arriba, cual rayo que anhela la tormenta... Y la tormenta lo anheló. Las nubes grises se arremolinaron sobre Atlantis, pesadas y lúgubres, y descargaron su ira con furia. Los vientos arreciaron y los rayos y los truenos acompañaron al joven asgardiano en su acometida contra el asesino de Reed, de Johnny, de Bruce y de Blackagar.

Ultrón ni siquiera los vio venir. Antes de que pudiera hacer algo, Odinson y Maximoff, la bruja y el semidiós, ya lo habían dejado casi fuera de combate. Bastaron dos golpes críticos: primero, la descarga eléctrica de un puñetazo bien conectado por parte del Odinson, y después las cadenas con grabados de runas malditas que Maximoff conjuró para retenerlo. Nada más.

Entretanto, Strange y Wong apuraron sus portales y sacaron al resto de héroes en cuestión de segundos. Al ver salir al último de ellos con Peter en brazos, el rubio sujetó al inmovilizado Ultrón por su abollado cráneo de metal roñoso, y sonrió con sorna. Sus ojos se encontraron y parecieron chirriar.

-¿Me recuerdas, imbécil? -le dijo-. Me arruinaste muchas noches.

-Ni siquiera sé quién eres.

-¡Soy Naruto Odinson! -respondió el chico, más para sí que para él-. ¡Soy quien cobrará justicia por los justos caídos! -De pronto, señaló a Wanda, quien lo miró sorprendida-. ¡Y también soy el futuro esposo de esa hermosa mujer! ¡¿Me escuchaste, Ultrón?!

Ultrón liberó un gritó airoso y rompió con pura fuerza bruta las ataduras mágicas que lo mantenían retenido. Apartó al rubio de su camino con un codazo y se alejó de la pareja con exorbitante rapidez. Luego, se echó a reír.

-Solo hay un camino hacia la paz. Hacia la justicia de la que osas hablar. El camino de su extinción: la de todo ser humano. Incluso ella, Odinson.

-No debiste decir eso -le dijo el rubio, a su espalda.

***

Ultrón se quedó congelado en el acto. La gruesa y fría voz del chico asgardiano reverberó por sus circuitos como una sobrecarga de energía. Sintió su aliento. Sintió su aterradora presencia, justo detrás de él. La presencia de una entidad tan divina y siniestra que era incapaz de comprenderla. La presencia de la muerte.

¿Cuándo había llegado hasta...?

El rubio no le dio tiempo para pensar. Apretó su cráneo por ambos lados con una fuerza endemoniada. Al unísono, la magia oscura de la Bruja Escarlata fluyó por su interior entre susurros del averno, y en cuestión de milisegundos, Ultrón, comprendió con tristeza que aquellos eran sus últimos destellos de vida.

***

Naruto Odinson miró el desvencijado cadáver. Wanda Maximoff lo imitó. Ninguno quiso decir nada. En ese instante ambos sentían muchas cosas, pero ninguna que valiera la pena mencionar. Finalmente, se sonrieron, cómplices.

El rubio de Queens (Naruto Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora