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Muchas personas frecuentan ese lugar. Hay tiendas alrededor, restaurantes, por lo que se espera que las personas pasen por ahí.

Ambos se paran en medio del boulevard. Henry saca su guitarra y le pasa la letra a Enzo.

—No sé el tono.

—Tú solo escúchame.

Henry empieza a tocar.

A las personas de su alrededor no parece interesarles. No es como hicieran algo nuevo. Para los demás son uno más del resto. Ya nada era nuevo. Ya nadie era importante. Cada quien estaba enfrascado en su propia vida.

The moon, it kept me company —empieza a cantar Henry—. Really couldn't help myself.

—I'm holding on to something else —le sigue Enzo—. Is there some place?

[Some Place Else - MorMor]

Enzo nunca había visto a Henry con esa expresión tan melancólica. Y no era solo su expresión, también su voz. Nunca creyó que alguien pudiera transmitir perfectamente lo que quiere decir en una canción.

Siente el dolor en su voz y como se convierte en irá cuando la guitarra empieza a sonar con fuerza.

Is there some —cantan juntos—. Is there some place else.

La letra ha terminado, pero Henry sigue.

Is there some...

Su expresión melancólica cambia por una mucho más animosa en un parpadear de ojos que Enzo se sorprende de lo rápido que cambia.

—¿Qué tal te pareció?

—Es una gran canción. ¿No has pensado en publicar un álbum o un sencillo?

—Lo he pensado, pero he desistido a la idea. No creo que el resto valore tanto mis canciones como yo las hago y eso solo me haría pensar que mi trabajo es una mierda. Así que prefiero guardar mis canciones para mí.

—A mí me gustan tus canciones. Si no te conociera y sacaras un álbum, yo lo compraría.

—Pues no todos son como tú, Enzo. ¿Quieres ir a tomar algo?

—Tengo que hacer un ensayo para mañana.

—Eso es fácil. Lo haces después.

Enzo se lo pensó. Henry tenía razón, eso era fácil y seguramente no tardaría mucho.

—Está bien. Vamos.

—Sabía que dirías que si. Quién se negaría a ser feliz.

No era que Enzo odiara salir a tomar con Henry, pero a veces creía que su amistad se reducía solo eso. Siempre que estaba con Henry terminaba fuera de sí. Se divertía mucho, pero luego llegaba el tan odiado vacío.

Ambos ya andaban bien tomados. En vez de hablar balbuceaban y no dejaban de reírse.

—...Y yo, y yo intentaba agarrar la cuchara —decía Henry mientras se reía—, pero agarré, ¡el tenedor!

Henry estallaba en risa por su propia anécdota fuera de sentido alguno.

—Ay, Enzo. Me caes tan bien —Henry apoyó su cabeza sobre el hombro de Enzo—. De verdad. Es que eres la única persona con la que me siento cómodo. Te amo.

—¿Qué cosas dices? —preguntó Enzo, sintiendo el calor en sus mejillas.

—Lo digo en serio. Me caes muy bien. Eres la excepción entre todos estos idiotas. ¿Me amas, Enzo?

—¿Amar no es una palabra muy grande?

—Solo tiene cuatro letras.

—No me refería a eso.

—¿Me amas?

Antes de que responda lo toma torpemente de la barbilla y acaricia sus labios contra los suyos. Lo besa intensamente con un hambre atroz que asusta a Enzo y lo aparta.

—Estaré borracho, pero no pendejo. No busco estas intenciones contigo, Henry.

—¿Por qué te mientes a ti mismo? —Henry conserva una sonrisa como si se estuviera burlando de él—. Sé de qué forma me miras, y esas miradas van más allá de solo una amistad. He notado lo nervioso que te pones cuando estoy cerca, cuando acaricio tu cabello —metía su mano dentro del beanie—, cuando mi respiración te cosquillea en el cuello... ¿Cómo puedes decir que no buscas esas intenciones cuando todo de ti dice lo contrario?

—C-creo que estás confundiendo las cosas.

"Para enfrentar la tentación hay que rendirse ante ella". Oscar Wilde.

—No sé a qué te refieres.

—Sabes perfectamente lo que digo. Tú no eres un estúpido como cualquiera. ¿Por qué no aceptas que también me amas?

—Porque tenemos un concepto muy distinto sobre el amor. Lo siento, Henry. Tengo que irme.

Enzo se pone de pie tambaleándose un poco.

—¿Quieres que te acompañe?

—Estoy bien.

—Entonces nos vemos en clase de Ética.

...

Llega a su apartamento después de subir las escaleras maldiciendo porque el ascensor está descompuesto.

Mira su escritorio pensando si debería ponerse a escribir el ensayo, pero no tiene las ganas ni el uso de razón para hacerlo.

Abre la ventana y prende un cigarrillo, esperando que esta vez el vecino de arriba no se queje por el olor.

No puede sacar a Henry de su mente. Él no lo ama. Le agrada Henry, pero no estaba ni cerca de amarlo. Aunque tampoco él estaba mintiendo. Puede que se pusiera nervioso, que lo mirara con otros ojos... Aquello no era amor.

Mira hacia el cielo. No hay ni una estrella. No se ve la luna. Solo está negro.

Toma el cigarrillo y lo apaga sobre el dorso de su mano. Una lágrima cae por su mejilla.

¿Por qué Henry no podía salir de su mente? Apenas lo conoce. Lo único que sabe de él es que es un drogadicto que antes vivía en Londres y está tomando por segunda vez la clase de Ética. ¿Qué tenía de especial? ¿Por qué su corazón latía tan rápido?

—¡¡MALDITO HENRY!!


Amor PlatónicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora