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Aquella oscura habitación se había convertido en un lugar colorido, con formas extrañas que parecían irreales, pero que para ellos se veían reales.

No dejaban de reírse o de gritar extasiados.

Enzo nunca se había divertido tanto. Henry tenía razón, era un sentimiento de libertad diferente, era como si estuviera en otro mundo. Un mundo feliz. Quiere saltar, correr, gritar, reír. Su cuerpo se siente tan ligero.

—¡Súbete al unicornio, Enzo!

Enzo tantea las paredes con sus manos buscando a Henry hasta que choca con él y ambos se caen, estallando en risas de nuevo.

Cuando el efecto empieza a desaparecer se da cuenta que sigue en el piso. Todo es oscuro de nuevo y Henry se ha quedado dormido. Le sacude el hombro y este suelta una risa tonta.

—¿Qué haces?

—Te dormiste.

Henry se sienta lentamente.

—¿Ya quieres irte? —le pregunta Henry.

—Al menos quiero alcanzar para mi próxima clase.

—Ni vas a alcanzar. Seguro ya ha terminado.

Enzo respira profundamente tratando de calmarse. No era la gran cosa. Solo faltó a dos clases.

Cuando salen del oscuro pasillo se da cuenta que ya es de noche. Han pasado más de seis horas allí.

—No te enojes conmigo —le susurró al oído, abrazándolo de la cintura desde atrás.

—¿Qué haces? No estoy enojado contigo.

—Parece que sí.

—Solo estoy frustrado.

—Es normal. Después de recibir tantos estímulos y que todo haya desaparecido para volver a tu mierda de vida, es normal que quieras volver a consumir. Así se hace un adicto.

—¿Quieres volverme un adicto?

—Quiero enseñarte el mejor lado de la vida.

—Quieres volverme un adicto.

—Lo dices como si fuera algo malo. Los mejores filósofos se drogan. Los ayuda a ver desde una nueva perspectiva, a ver que la moneda no solo tiene dos lados, sino que es tridimensional. Te ayuda a cuestionarlo todo incluso a ti mismo. Como... ¿Por qué estás tan nervioso cuando estoy cerca? ¿Por qué tu respiración se corta cuando susurro en tu cuello?

Enzo tomó las manos de Henry y las separó de su cuerpo, alejándolo de él.

—No te enojes conmigo. Te estoy ayudando más de lo que te perjudico. No te estoy pidiendo nada a cambio, ni siquiera dinero, porque ni creas que conseguir esto es fácil o barato. Aunque si me dijeras gracias me haría sentir bien.

—Gracias.

No sabe ni porqué le sigue la corriente. Le agrada el Henry que habla y actúa sin escrúpulos, que se cuestiona todo, que no deja de profundizar incluso en las cosas más tontas; mas no quiere ser así. Porque él no es Henry, es Enzo. Y a Enzo le han dicho que eso es malo y no va a hacer más que perjudicarle la vida.

...

Llegó el viernes y Henry lo esperaba fuera de su clase para ir a su apartamento. Iba bien arreglado, pero de una forma casual. Llevaba una camisa de color crema a la que había arremangado las mangas y unos pantalones marrones, los cabellos algo desordenados y una rosa roja en su mano.

—¿Por qué la rosa? —le preguntó Enzo en cuanto lo vio.

—Creo que la ocasión lo amerita. ¿Sabes porque las rosas rojas son símbolo del amor?

—No lo sé.

—Lo he pensado en cuanto la estaba comprando. Es más una teoría que algo que puedo comprobar. Te lo explico en cuanto lleguemos.

El apartamento de Henry era un desastre. Una vez había oído que el lugar donde vives es el reflejo de tu mente, sin lugar a duda, la mente de Henry debía ser un caos.

Henry lo invitó a sentarse mientras buscaba una botella de vino y dos copas. Dejó la rosa sobre la mesa, al igual que un libro. Luego se sentó frente a Enzo con tal de poder verlo.

—¿Has oído hablar de El Banquete de Platón?

—Sí.

—¿Lo has leído?

—No realmente.

—Conseguí un ejemplar el otro día. Como ya sabrás es una discusión sobre qué es el amor, las diferentes creencias e ideas que pueden darse de ellas. Se habla del amor como algo que te hace más bondadoso, una mejor persona, te hace capaz de morir por quien en verdad amas.

—Como Romeo y Julieta.

—Exacto —Henry sirve el vino en ambas copas—. También se habla sobre dos tipos de amores, el pasional y el intelectual. A este punto quería llegar para explicarte sobre la rosa. Sobre el amor pasional se dice que es un amor que busca sentir, un amor sensual, un amor que quiere experimentar y por supuesto, un amor que no debes buscar porque terminas lastimado. Creo que este tipo de amor es el que se asimila con la rosa. La belleza de la rosa te hace querer desearla, te da una imagen perfecta que deja de ser tan perfecta cuando las espinas se clavan en ti. Pero luego hay alguien que lo contradice, que dice que aquello no es amor. Porque el amor es algo bello incapaz de lastimar. Y todo aquello que te lastima no merece ser llamado amor.

—Entonces nada es amor. No hay nada ni nadie bueno en su totalidad —dice Enzo mientras saborea el vino en su boca—. No existe lo blanco ni lo negro, todo es una escala de grises. ¿Entonces el amor no existe?

—Como sabes la filosofía no son certezas, no es algo que puedas decir esto es cierto o no. Incluso entre filósofos has contradicciones. Porque la filosofía no es matemáticas. La filosofía no busca verdades a cosas tangibles, busca respuestas a lo abstracto. No hay nada correcto o incorrecto. Como dijiste no existe el blanco o el negro, todas las respuestas se encuentran en una escala de grises.

—¿Entonces todos están en lo cierto y a la vez no?

—Sí, es algo relativo. La razón por la que quise invitarte es para saber qué es lo que piensas tú. ¿Qué es el amor para ti, Enzo?

Enzo se queda callado. Toma un poco del vino y lo pasea por su boca sintiendo como la dulzura de la uva se convierte en algo amargo.

—Creo que depende a qué tipo de amor de refieras. No es lo mismo un amor romántico a un amor fraternal.

—¿Por qué no? Ninguno de los dos está ligado con el deseo sexual. ¿Entonces qué los diferencia?

—No sé si esté equivocado, pero creo que amor fraternal puede vivir dentro del amor romántico, mas el amor romántico nunca podrá vivir dentro del amor fraternal.

—Y quitándole las etiquetas, ¿qué es el amor?

—Un estado en el que te sientes pleno con la otra persona. El amor es un complemento que no necesitamos para vivir, pero que aún así lo queremos.

—¿Como un capricho?

—Exacto. Todos buscan el amor, pero cuando ya lo tienen, ya no lo quieren y buscan algo más que los complazca.

—Enzo... ¿quién te ha hecho tanto daño?

Amor PlatónicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora