15 de Enero, 2022.
T/n.
Miré la pantalla que anunciaba el horario de los vuelos.
Georgia, Carolina del Norte.
Horario: 10:00.
En 5 minutos comenzábamos a abordar el avión. Miré a mamá, que tenía los ojos rojos y lagrimeantes.
—Va a ser solo un tiempo. —murmuré, con un mini hilo en la garganta.
Era la primera vez que me iba de Argentina, para no volver.
Mamá me abrazó y depositó un beso en mis mejillas. Luego papá, que no lloraba, pero tenía un semblante triste.
—Pórtate bien. —me ordenó.
Asentí, y con el labio tembloroso el me atrajo contra su cuerpo para abrazarme.
—Mi chiquita. —papá dejó un beso en mi mejilla.
Me separé de papá y miré a Luna. Ella me miraba triste, desde los brazos de mamá.
—¿Me vas a extrañar para los superclásicos? —le pregunté, ella asintió y me abrazó por el cuello.
—Te amo. —murmuró la pequeña.
—Yo a vos. —respondí.
En los altavoces del aeropuerto se anunciaba la salida de un vuelo, el mío.
—Los amo. —miré a los tres.
—Nosotros a vos. —dijo mamá.
Tomé aire y me dí la vuelta, apretando la tira de mi mochila como si mi vida dependiera de ello, y comencé a caminar a la puerta de embarque.
Estaba dejando atrás mi vida, para comenzar una nueva.
(....)
13 horas después.
Luego del viaje más largo de toda mi vida, crucé la puerta de migraciones con los nervios por los aires.
Busqué con la mirada el rostro conocido de mi tía y su marido. Al ubicarlos corrí hacia ellos y los abracé.
—¡Mi niña! —exclamó mi tía.
—Los extrañé tanto. —sonreí en el abrazo.
Me separé de ellos y mi tío me revolvió el cabello.
—Mírate, toda una mujercita. —dijo él.
Sentía que no los veía hace una eternidad, y así era. La última vez que los ví fue en la navidad de hace dos años.
Mis tíos son Daniela y Zac. Casados, sin hijos, con un perro, y suficiente dinero para reducir la pobreza en un país entero. La vida perfecta.
—¿Vamos a la casa? Apolo te espera como loco. —dijo mi tía. Asentí. Mi tío tomó mis maletas y los tres salimos del aeropuerto.
Durante el viaje hasta la casa mi tía se la pasó haciéndome preguntas sobre cómo había sido mi vida durante estos dos años. Aunque creo que sabe la mayoría, porque mi vida es más pública que cualquier cosa.
Al bajar del auto observé la casa, esta igual que la última vez que vine.
Al cruzar la cerca, Apolo salió corriendo de la casa.
—¡Hey! —exclamé, arrodillándome.
El perro saltó sobre mí. Sonreí mientras el intentaba llenarme la cara de lengüetazos.
—¡Apolo! ¡Que asco! —exclamé riéndo.
Logré sacármelo de encima y comencé a acariciarlo.
—Yo también te extrañé. —apreté mis labios.
—Vamos a ver tu habitación. —dijo mi tía, cruzando la cerca.
—Está bien. -me levanté del suelo y sacudí un poco mi ropa, que se había llenado de pasto.
Mi tío trajo las maletas y los 4 subimos a mi habitación. Al abrir la puerta me sorprendió ver lo grande que era.
—A la mierda. —susurré en español.
—Ese es el closet. -mi tía me señaló la puerta que estaba a la izquierda a penas entrabas a la habitación—Y el baño. —ella me señaló la otra puerta, la que estaba a la derecha, unos pasos más adelante.
Entré observando la araña que colgaba del techo, era de cristal.
—Ahora está un poco sosa, pero compraremos cosas y la decoraremos a tu gusto. ¿Te parece? —me preguntó mi tía y asentí.
Las paredes eran de un color beige muy clarito, los pisos de mármol blanco y había una gran ventana que llevaba a un gran balcón.
—¿Quieres quedarte a descansar, cariño? Luego te llamamos para almorzar. —dijo mi tío.
—Claro. —asentí.
Mis tíos salieron de la habitación, pero Apolo se quedó.
Suspiré y comencé a inspeccionar un poco. El clóset era muy amplio, era una habitación con percheros, cajones, estantes, etc. Similar a un clóset normal, pero más grande.
El baño también era bastante grande. Al entrar, en frente tuyo tenías el lavamanos a unos 15 pies. Era bastante amplio, con un espejo enorme y cajones.
Luego estaba la ducha, que también tenía una tina, con una puerta de vidrio corrediza, que servía para que el agua no cayera fuera y mojara todo.
Adentro de la ducha había unos estantes de vidrio que eran para poner los productos.
Luego estaba el estante con las toallas, el retrete, etc. Salí del baño y me senté en la cama. Apolo se sentó junto a la cama y me miró.
—¿Qué? —le pregunté y fruncí el ceño.
Mi celular sonó y lo tomé. La pantalla se iluminó con una notificación.
Sonreí.
paytonmoormeier comenzó a transmitir en vivo.
Me acomodé en la cama y entré en el live. Sonreí todavía más al ver al castaño con la guitarra en las manos, tocando alguna melodía al azar que estaba escribiendo.
@x: ¿Puedes tocar Love Letter?
—Claro. —respondió sonriente a la pregunta de la fan.
Pegué un mini grito fangirl, emocionada, porque hace rato no lo veía tocar Love Letter.
El comenzó a tocar la canción y mi corazón se derritió por completo.
Para ponerlos en contexto, él es Payton Moormeier, mi crush desde 2017.
Un día, ví un vídeo suyo haciendo transiciones y desde ese día quedé completamente enamorada de él.
No es que me haya vuelto una loca que lo acosa por todos lados, pero si estoy muy atenta a él. Si el está mal, yo estoy mal, si el está bien, yo estoy bien, si el toca la guitarra, canta, o saca alguna canción, yo soy feliz.
No lo sé, mi vida ha sido así por casi 6 años, él y yo contra el mundo.
Suena ridículo, lo sé, ni siquiera lo conozco, pero... Es así. Estoy enamorada de él, y él ni siquiera debe saber que yo existo.
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Locos enamorados [Reescrita] [Payton Moormeier]
FanfictionEsa batalla entre lo que quieres pero no debes, entre lo que sientes y lo que tienes que ocultar y entre lo que amas y termina por matarte. -Elena Poe.