Capítulo 2. La primera mirada

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17 de Enero, 2022.

T/n.

Luego de desayunar y desempacar un poco, decidí tomar mi mochila, mis auriculares, mi libro y salir al parque.

—Tía, iré al parque. —le avisé, tomando una de las botellas con agua del refrigerador.

—Está bien. No vuelvas muy tarde, cariño, almorzamos a las 12. —me pidió y asentí.

Guardé la botella en mi mochila y caminé hacia la entrada de la casa. Apolo me persiguió con su correa en la boca.

—Tú no, tu paseo es más tarde. —lo señalé con mi dedo índice. El perro respondió con un quejido y dejé un beso en su hocico—Más tarde, Apolo.

Salí de la casa y comencé a ponerme mis auriculares. Caminé unas cuantas calles hasta llegar al parque, conocía el vecindario de memoria, porque ya había vivido aquí antes, pero cuando era muy pequeña.

Al llegar al parque busqué alguna banca donde no diese tanto el sol y me senté allí. Me quité mis auriculares y saqué mi libro.

Me sumí en el papel y las letras por un largo rato, hasta que sentí algo húmedo sobre mi pierna.

Despegué la vista de mi libro y fruncí el ceño al ver a un perrito, que me había traído su pelota.

Esperen.

Yo conozco a este perro.

—¡Timber! —escuché que gritaron a lo lejos.

Giré la mirada a dónde provenía el grito y mis ojos se quedaron paralizados, al igual que mi cuerpo.

Era imposible.

—Oh, lo siento. Se me escapó. —se disculpó el castaño frente a mí. No era cualquier castaño, era ESE castaño.

—U-um —intenté hablar pero las palabras se quedaron atoradas en mi garganta.

—Timber, no puedo dejarte sin correa tranquilo. —el castaño se agachó y le colocó la correa al perro—Mira lo que haces, le manchaste el pantalón a la señorita con tu baba, eso no se hace. —lo regañó.

Reí un poco.

—Está bien, no pasa nada, saldrá. —miré la mancha en mi pantalón.

Payton se reincorporó.

—Vuelvo a disculparme, me distraje dos segundos y el ya estaba aquí con la pelota. —se disculpó nuevamente.

—No es nada, tranquilo. —le dí una mini sonrisa.

Me estaba muriendo muerta.

—Ya debo irme, y vuelvo a disculparme. —el me sonrió.

Negué con la cabeza. Payton intentó moverse, pero el perro se planto en su lugar junto a mí.

—Timber, tenemos que ir a casa. —Payton tironeó suavemente de la correa.

El perro en vez de ceder hacia su dueño, se paró y saltó en mis piernas, moviendo la cola feliz.

—¿Por qué nunca puedes hacerme caso? Me quitas toda autoridad como hermano mayor. —bufó el castaño y yo reí.

Acaricié la cabeza de Timber y el movió la cola todavía más rápido.

—Le agradas. —afirmó el castaño—Más que yo.

Reí.

—Eres muy bonito. —le dije a Timber.

—¿Puedo sentarme? —preguntó Payton, señalando la otra parte del banco.

—Vivimos en un país libre. —afirmé, cediendole el lugar junto a mí.

Locos enamorados [Reescrita] [Payton Moormeier]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora