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— ¡Joder! — su espalda se curvó sobre la cama, esa misma en la que sus invitadas habían dormido plácidamente y que aún conservaba un poco de su perfume.

El ritmo de su mano derecha se detuvo, la izquierda apretando apenas un poco las sábanas blancas. Respiró agitada, una, dos, tres veces, pequeños jadeos que escaparon de sus labios cuando notó que a pesar de haber obtenido su tercer orgasmo, su entrepierna seguía caliente y erguida entre sus muslos.

Llevó la cabeza hacia atrás, totalmente frustrada se inclinó para tomar un nuevo condón de su mesa de noche, no tenía ganas de limpiar luego y esa sería la manera más práctica de evitarlo. Se sentó, con cuidado quitó el envoltorio de látex ya utilizado y luego de hacerle un nudo lo tiró en el papelero.

Abrió casi sin dificultad el nuevo preservativo y añadió el papelito roto a los demás que yacían sobre el nochero.

Con la mano volvió a tomar el tronco de su miembro, sus yemas subieron a lo largo de la extensión y tomaron su tiempo para adorar la suave carne. El pulgar palpó la punta, completamente hinchada, un bajo jadeo salió de su boca entreabierta y se perdió en la habitación.

La diestra comenzó a apretar levemente, sus dedos pulgar e índice tomaron preso el glande para masajearlo conmovimientos circulares que tan solo enviaron deliciosos espasmos hacia su ingle, a su vez, la mano izquierda comenzó a deslizarse por su cuello, pasando por su pecho para acariciar ambos senos sobre su ropa.

Los turgentes pezones se estrellaron contra su sostén cuando sus largos y delicados dedos se cerraron al rededor de su palpitante falo, tocando las sobresaltadas venas en él, para después pasar a mantener un ritmo constante. Subiendo, bajando, su mano ahora libre se aferró a las sábanas cuando comenzó una pequeña repetición de presionar la punta cada cierto tiempo.

Cerró los ojos, mordió sus llenos labios con fuerza, el lubricante sobre la fina funda de látex solo estaba haciendo que el deslizamiento de su palma fuese más rápido. Estaba demasiado sensible, al poco tiempo comenzó a sentir que su abdomen se calentaba más y más.

Soltó la sábana, su mano bajó para jugar con los testículos, masajeandolos con delicadeza antes de jalarlos levemente.

Justo en ese momento la viva imagen de la rubia apareció en su mente, con sus inocentes ojos avellana mirándola, moviendo las caderas y tocando su cuerpo de manera tan lasciva y elegante.

Su espalda desnuda, esas bonitas bragas que hubiera arrancado si no fuese por la presencia de la amiga de la muchacha. Todo en esa rubia le había encantado, desde su nerviosismo hasta los celos que habían causado que se le pusiera extremadamente dura.

rich man. ♡̶  winrina [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora