10. Antes que muera

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❝Antes que muera... ❞

Zee se miró una vez más al gran espejo de cuerpo completo de su habitación tan monótona, lo único que veía era un hombre destruido, inútil, y nuevamente destruido

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Zee se miró una vez más al gran espejo de cuerpo completo de su habitación tan monótona, lo único que veía era un hombre destruido, inútil, y nuevamente destruido. Observó sus manos y después sus piernas, cerró sus lindos ojos de golpe, cuando se odiaba por esto.

Lo había tenía todo, absolutamente todo. Era famoso, tenía lo que deseaba y a cuántos deseaba pero en un pestañeo lo perdió todo.

El Zee Pruk Panich, un cambiaformas león alfa de unos treinta años, que en un momento de osadía desbordante, cuando pensó que nada lo podía vencer, sucedió...fue vencido por él mismo, vencido por su miedo.

— Zee...— llamaron, Zee miro el reflejo de la persona que lo llamaba, era su mejor amigo Max Kornthas Rujeerattanavorapan, un cambiaformas tigre alfa— es hora de irnos.

El solo asintió y espero que el otro se le acercara para moverlo y empujar su silla de ruedas. Miro una vez más su reflejo con pena.

¿Cómo un hombre tan poderoso como él terminó en una silla de ruedas? Fácil, como dijo creía ser invencible. Era famoso por su fuerza descomunal y por nunca perder ninguna pelea dentro de la arena, siempre luciendo su majestuoso animal interior, el rey de todos, un rey que fue derrotado.

Suspiro y se dejó llevar por su mejor amigo, recordó aquel momento cuando todo lo perdió.

El convertido en su león dentro de la arena cara a cara otro de su misma especie, el público gritando eufórico y apostando al mejor, claro todos eran por él y uno que otro por el más joven. Se escuchó el sonido que marcaba el inicio de la pelea, estás peleas entre especies diferentes o de igual eran muy populares, eran legales, era como el boxeo para los humanos, solo que aquí eran animales peleando por demostrar quién era más fuerte y con el derecho de ser llamado el Rey. Mala suerte.

Se recordó él peleando cuerpo a cuerpo con el otro león jóven, ese que lo retó por joderle la vida, y vaya que sí lo hizo, mordidas y rasguños iban y venían. La sangre salpicó de ambos, se derramaba en la arena, no sabía en qué momento se distrajo que ese niño tomó ventaja sobre él, lo primero que sintió fue que lo sostenían contra la arena ensangrentada mientras que mordían la piel que cubría el hueso de sus caderas, poco a poco la mandíbula del otro se abrió más, más y más hasta que lo atrapó totalmente.

Los gritos de Max pidiendo que se rindiera a lo lejos, los gritos de sus amigos y familiares suplicando lo mismo, no, él no se iba a rendir. Intentó quitarse de encima al otro pero solo logro que este lo aplastará más clavando sus filosos dientes en él. Y entonces...

¡Crack!

El feroz rugido que solía emitir ya no era por victoria, si no de dolor. Lo último que miro fue a la gente gritando ya no de euforia si no de terror, miro a penas a Max entrar corriendo a la arena y arrastrarse a él pidiendo que este despierto, el peso del otro león ya no estaba más sobre él.

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